APRENDIENDO A ORAR:


"Lo que tienes que hacer hazlo enseguida". He aquí la palabra de un Hombre que está preparado, no de un Hombre irritado. Palabra en la que no anuncia tanto el castigo del que traiciona cuanto la recompensa del Redentor, del que rescata. Porque diciendo: "Lo que tienes que hacer, hazlo en seguida", Cristo, más que denunciar el crimen del infiel, busca apresurar la salvación de los creyentes. "Fue entregado por nuestros pecados; amó a la Iglesia y se entregó por ella". Esto hace exclamar al apóstol: "Me amó y se entregó por mí". De hecho, nadie habría entregado a Cristo si Él mismo no se hubiera entregado. Cuando Judas traiciona, es Cristo el que se entrega; uno negocia su venta, y el otro nuestro rescate.

"Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche". Y el que salía era él mismo la noche. Seguidamente, cuando cayó la noche, Jesús dijo: "¡Ahora es glorificado el Hijo del hombre!". Es entonces cuando "el día al día le pasa el mensaje", es decir, Cristo se lo confía a sus discípulos para que lo escuchen y lo sigan en el amor. Algo semejante sucederá cuando este mundo pase vencido por Cristo. Entonces, la cizaña ya no se juntará con el grano porque "los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre".
APRENDIENDO A ORAR:

"Lo que tienes que hacer hazlo enseguida". He aquí la palabra de un Hombre que está preparado, no de un Hombre irritado. Palabra en la que no anuncia tanto el castigo del que traiciona cuanto la recompensa del Redentor, del que rescata. Porque diciendo: "Lo que tienes que hacer, hazlo en seguida", Cristo, más que denunciar el crimen del infiel, busca apresurar la salvación de los creyentes. "Fue entregado por nuestros pecados; amó a la Iglesia y se entregó por ella". Esto hace exclamar al apóstol: "Me amó y se entregó por mí". De hecho, nadie habría entregado a Cristo si Él mismo no se hubiera entregado. Cuando Judas traiciona, es Cristo el que se entrega; uno negocia su venta, y el otro nuestro rescate.

"Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche". Y el que salía era él mismo la noche. Seguidamente, cuando cayó la noche, Jesús dijo: "¡Ahora es glorificado el Hijo del hombre!". Es entonces cuando "el día al día le pasa el mensaje", es decir, Cristo se lo confía a sus discípulos para que lo escuchen y lo sigan en el amor. Algo semejante sucederá cuando este mundo pase vencido por Cristo. Entonces, la cizaña ya no se juntará con el grano porque "los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre".

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