Santiago Agrelo Martínez


Queridos: Con todos vosotros, doy gracias al Padre del cielo, a su Hijo Jesucristo nuestro Señor, al Espíritu que guía los pasos del pueblo de Dios, porque hoy, día 13 de marzo de 2013, ha dado a su Iglesia un Pastor que, desde la cátedra de Pedro, con la palabra y el ejemplo, la confirme en la fe y la lleve a recorrer sin temor y con amor los caminos del mundo, en los que se mueve una humanidad hambrienta de esperanza.

En esta hora tan hermosa de la vida de la Iglesia, quiero asumir con vosotros un compromiso de humilde ayuda al Papa Francisco: Que no le falte nunca la gratuidad de nuestra obediencia, el obsequio de la reverencia, el consuelo del afecto, la solicitud de nuestra oración. Que no le falte al pastor, por su vida entregada al servicio de la grey, el agradecimiento afectuoso de los fieles.
El nombre de Francisco, que el Papa ha querido darse, proyecta en el futuro de la Iglesia los rasgos de una comunidad pobre, que se sabe muy amada de Dios y que vive enamorada de su Señor. El nombre de Francisco habla de amor a Cristo, amor a la Iglesia, amor a los pobres, amor a la pobreza. El nombre de Francisco evoca un mundo de hermanos, un mundo que ha de ser amado y respetado porque es criatura de Dios, que en la creación nos ha dejado la huella de su amor.

Que el Señor os bendiga. Orad por vuestro obispo.

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