
Jesús le dijo: "Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedaré atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedaré desatado en el cielo". (Mt 16, 17-19)
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