Pero todo esto tendríamos que seguir diciéndolo si la elegida hubiera sido Madrid. ¿O es que entonces el sistema iba a ser más justo y más equilibrado? ¿Y es que entonces los miembros del COI se hubieran convertido, por sintonizar con nosotros, en un dechado de virtudes, objetividad y equilibrio? ¿En sus cálculos pesan las razones económicas y geo-estratégicas? Pues claro. ¿Pesan más otros motivos que los supuestos puntos objetivos y las carencias de cada candidatura? Seguro. ¿Es un circo bastante arbitrario? Sí. ¿Es en realidad una camarilla particular organizando un negocio privado con cobertura y financiación pública? Algo de eso hay también.
Pero todo eso ya lo sabíamos la semana pasada, ¿no? No podemos criticar las reglas de un juego que elegimos jugar solo cuando nos son adversas. Si entramos en la partida, ya sabemos a qué atenernos.
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