El rey desnudo

Ahora que el COI ha hablado, podemos ponernos de uñas y señalar a los miembros de dicha institución como los villanos. Son una banda de príncipes del deporte, agasajados y mimados por gobiernos y organizadores. Viven a cuerpo de rey, se les rinde pleitesía y se les adula cuando visitan los países, para seducirles a base de comodidades, gastronomía y todo tipo de encantamientos. Ellos regalan migajas de esperanza, insinúan adhesiones sin encadenarse a sus palabras. Podemos decir que el sistema es infame. Que parece mentira que algo de lo que dependen tantos millones de euros, tanto esfuerzo y tantas ilusiones personales y colectivas quede en manos de apenas cien hombres y mujeres que no tienen que rendir cuentas a nadie de sus decisiones. 

 
Pero todo esto tendríamos que seguir diciéndolo si la elegida hubiera sido Madrid. ¿O es que entonces el sistema iba a ser más justo y más equilibrado? ¿Y es que entonces los miembros del COI se hubieran convertido, por sintonizar con nosotros, en un dechado de virtudes, objetividad y equilibrio? ¿En sus cálculos pesan las razones económicas y geo-estratégicas? Pues claro. ¿Pesan más otros motivos que los supuestos puntos objetivos y las carencias de cada candidatura? Seguro. ¿Es un circo bastante arbitrario? Sí. ¿Es en realidad una camarilla particular organizando un negocio privado con cobertura y financiación pública? Algo de eso hay también. 
 
Pero todo eso ya lo sabíamos la semana pasada, ¿no? No podemos criticar las reglas de un juego que elegimos jugar solo cuando nos son adversas. Si entramos en la partida, ya sabemos a qué atenernos.
 













  • Ender

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