SAN FRANCISCO DE SALES


LA DULZURA DESECHA LA AMARGURA
DEL CORAZÓN

La dulzura de este hombre fue consecuencia de una lucha constante, de quien en su juventud tenía tan mal genio. Francisco tuvo que hacerse una enorme violencia por su fuerte carácter para hacerse y aparecer amable, delicado y bondadoso en el trato. Esa dulzura no le fue fácil conseguirla. San Francisco de Sales escribió:
 "No nos enojemos en el camino unos contra otros; caminemos con nuestros hermanos y compañeros con dulzura, paz y amor; y te lo digo con toda claridad y sin excepción alguna: no te enojes jamás, si es posible; por ningún pretexto des en tu corazón entrada al enojo".
Es aquí donde entra San Francisco de Sales como modelo ejemplar de virtud. Su dulzura no era según la carne, falsa y aparente, fruto del deseo de agradar a los hombres y no a Dios. Era una dulzura verdadera, puesta a prueba en el crisol... dulzura que partía de su corazón injertado en el Corazón del Señor, que lo hacía tierno, misericordioso, y amable con los demás.
EL CARÁCTER SE FORJA EN EL CORAZÓN

 ¿Qué veía San Francisco? Su mirada estaba fija en Cristo Crucificado. Nos dice: “Vivid toda vuestra vida y modelad vuestras acciones sobre la cumbre del Calvario, y Dios os bendecirá.”
Lo decía con la autoridad del que vive lo que aconseja. La dulzura de San Francisco no era innata, sino que la ejerció... Y la ejerció junto a todas las demás virtudes, situándose él mismo en la cumbre del Calvario, contemplando al que traspasaron.
Él nos dice: “Seguid siendo amables, ved al Hijo de Dios. De cuántas contradicciones y murmuraciones no fue objeto... siendo como era tan santo, fue tenido por impostor, por samaritano poseído del demonio, y muchas veces tomaron piedras para apedrearle. Sin embargo, no maldijo a los que le maldijeron, devolvió bendición por maldición, poseyendo su alma en la paciencia.” Es éste el legado que nos deja, un camino sólido de espiritualidad que radica en la contemplación de Cristo.
San Francisco hablaba por experiencia propia “¿Qué puedo deciros, sino lo que tantas veces os he dicho? Que sigáis acomodando vuestro corazón hasta donde podáis a la santa dulzura y tranquilidad: dulzura con el prójimo, aunque sea molesto y enojoso; tranquilidad con vos mismo, aunque esté tentado y afligido.” “Sed siempre lo más amable que podáis, porque se recogen más moscas con una cucharada de miel, que con cien barriles de vinagre. Si es preciso caer en algún extremo, que sea en el de la dulzura.”
 “El que es dulce no ofende a nadie, soporta y sufre de buena gana a los que le hacen mal, sufre pacientemente los golpes y no devuelve mal por mal. El que es dulce no se turba jamás, sino que empapa todas sus palabras en la humildad, venciendo el mal por el bien.”
Las virtudes perfectas jamás están las unas sin las otras.


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