RENOVACIÓN, CONVERSIÓN Y REFORMA
En su
exhortación “La alegría del Evangelio”, el Papa Francisco afirma que, para
llevar a cabo la evangelización, se necesita una urgente renovación, conversión
y reforma de la Iglesia. Según el
Concilio Vaticano II, esta renovación de la Iglesia consiste sobre todo en el
aumento de la fidelidad a su vocación (EG 26).
El Papa
incluye en este contexto una frase espléndida que evoca un horizonte de futuro:
“Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las
costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial
se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más
que para la autopreservación” (27).
Más que la
renovación de las estructuras, hoy es muy
urgente el cambio de mentalidad, sobre todo con relación al modo de
comunicar el mensaje cristiano. He aquí un decálogo de sugerencias, extractado
de algunos números de la exhortación papal.
1.
Que el mensaje que anunciamos no quede reducido a algunos de sus
aspectos secundarios. (34), sino que se concentre en lo esencial, que es lo más
bello, lo más grande, lo más atractivo y lo más necesario (35).
2.
Lo más importante es el anuncio del amor salvador de Dios que se
manifiesta en Jesucristo muerto y resucitado (36).
3.
Las obras de amor al prójimo revelan la gracia del Espíritu
(37). No se puede ignorar que todas las virtudes están al servicio de la
respuesta de amor humano al amor divino. (39).
4.
Hay que presentar las verdades de siempre en un lenguaje que
refleje su permanente novedad (41).
5.
No olvidar que, por comprensible que sea el anuncio del
Evangelio, la fe siempre conserva un aspecto de cruz y alguna oscuridad que
impide a algunos aceptarla y mantenerla con firmeza (42).
6.
Hay normas y costumbres que pueden haber sido muy eficaces en
otras épocas pero que ya no tienen la misma fuerza educativa como cauces de
vida (43).
7.
El ideal evangélico ha de ser propuesto con esperanza, seguido
con paciencia y revisado con misericordia. El encuentro con Dios es un momento
marcado por su misericordia. “El confesonario no debe ser una sala de
tortura”(44).
8.
“Un corazón misionero…no renuncia al bien posible, aunque corra
el riesgo de mancharse con el barro del camino” (45).
9.
Como evocando la parábola del hijo pródigo, se nos recuerda que
“la Iglesia en salida es una Iglesia
con las puertas abiertas” (46).
10.
“No quiero una Iglesia preocupada por ser el centro y que
termine clausurada en una maraña de obsesiones y procedimientos” (49).
No es ociosa esa alusión
a la cruz. La cruz estará siempre presente en la vida cristiana. Con razón
escribía Henri de Lubac: “El sufrimiento es el hilo del cual está tejida la
tela de la alegría. Jamás el optimista conocerá ésta”.
Estas afirmaciones y
declaraciones son una pauta para un serio examen de conciencia, personal y
estructural, a la hora de evaluar un
proyecto de evangelización.
José-Román Flecha Andrés
No hay comentarios:
Publicar un comentario