- “Elige la vida y vivirás”
La primera lectura es la recapitulación del tercer
discurso que el Deuteronomio pone en labios de Moisés, dirigido a los
desterrados de Israel. Es un toque de atención para que el pueblo reflexione en
las causas de su situación y acoja de nuevo y con esperanza la alianza que Dios
le ofrece.
El mensaje es claro, para que nadie se llame a
engaños. Presenta dos posturas que conducen a desenlaces totalmente opuestos:
vida y muerte, bendición y maldición. La decisión es nuestra. Somos libres para
elegir el camino de los impíos que – como nos dice el Salmo responsorial –
acaba mal, o por el contrario, vivir una vida según la Ley del Señor que nos
obtendrá la bendición de Dios: cuanto emprendamos tendrá buen fin.
Esta elección no es nada fácil, es un combate en el
que tenemos luchar todos los días, porque somos débiles y estamos expuestos a
miles de seducciones, pero si tenemos nuestros ojos fijos en el Señor y en la
recompensa que nos espera: elige la vida y vivirás, serás dichoso te irá bien,
poseerás la tierra… al final, con la ayuda y protección de Dios, no
pereceremos, no seremos paja que arrebata el viento.
- “El que pierda su vida por mi causa la salvará”
En el Evangelio, Jesús, después de anunciar su Pasión
se dirige a los que les escuchaba y los invita a seguirle.
De nuevo estamos, como en la primera lectura, ante un
mensaje claro, sin ambigüedades y que nos reta a tomar una postura: “el que
quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa, la
salvará”.
Y como Jesús quiere que todos los hombres se salven y
que ninguno se pierda, nos enseña antes “el manual de instrucciones”: “el que
quiera seguirme que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se
venga conmigo”.
Si te decides seguir al Señor tarde o temprano
aparecerá la cruz, las más de las veces en forma de pequeñas contrariedades,
pero otras puede ser en grandes dificultades. Sea grande o pequeño lo que nos
hace sufrir, si permanecemos cerca del Señor, Él nos dará la fuerza y la gracia
para aceptarlo y podremos descubrir su bendición en medio de un aparente
fracaso. El sufrimiento no nos matará, nos conducirá a una vida más plena,
porque nos acercará al Señor de donde mana la Vida verdadera
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