SÍMBOLOS EN LA CUARESMA: LA CRUZ

La Cruz“El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo” (Lc 9, 23).
Símbolo predilecto para representar a Cristo y su misterio de salvación. Símbolo de la nueva alianza realizada en la Pascua de Jesús.
Ilumina nuestra vida. Nos da esperanza. Nos enseña el camino. Nos asegura la victoria de Cristo. Nos compromete a seguir el mismo estilo de vida de Jesús para llegar a la nueva existencia del resucitado. En la cruz está concentrada la Buena Noticia del Evangelio
La señal de la Cruz. Gesto sencillo lleno de significado. Esta señal de la Cruz es una verdadera confesión de nuestra fe: Dios nos ha salvado en la Cruz de Cristo. Es un signo de pertenencia: al hacer sobre nuestra persona esta señal es como si dijéramos: estoy bautizado, pertenezco a Cristo, El es mi Salvador, la Cruz de Cristo es el origen y la razón de ser de mi existencia cristiana. Desde el bautismo estamos signados con la Cruz de Cristo como señal de pertenencia, con el compromiso de conocerle y seguirle y como prueba de que Cristo nos fortalece con la señal de su victoria
Una vida según la Cruz. Cuando colocamos una Cruz en nuestras casas, o la vemos en la Iglesia, o nos hacemos la señal de la Cruz al empezar el día, al salir de casa, al empezar la Eucaristía o al recibir la bendición final, deberíamos dar a nuestro gesto su auténtico sentido. Debería ser un signo de nuestra alegría por sentirnos salvados por Cristo, por pertenecerle desde el Bautismo. Un signo de victoria y de gloria: como cristianos nos “gloriamos en la Cruz de Nuestro Señor Jesús” (Ga 6,14). Y nos dejamos abarcar, consagrar y bendecir por ella. La imagen o señal de la Cruz repetida quiere ser un compromiso: indicarnos el camino “pascual” de muerte y resurrección, que recorrió ya Cristo, y que nos invita ahora a nosotros a recorrer.
Nos invita a escuchar  y asimilar un mensaje de salvación  y esperanza, de muerte y resurrección, de vida cristiana entendida como servicio.
Nos recuerda también a todos los que sufren en nuestro mundo. Cristo en la Cruz es como el portavoz de todos los que lloran y sufren, a la vez que es la garantía  y la proclama de victoria para todos.

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