CADA DÍA SU AFÁN 12.7.2014

           LAS PUERTAS DEL MAL Y DEL BIEN
Hyeronimus Bosch, el Bosco.

El cardenal Gianfranco Ravasi publicó hace unos años un libro titulado Las Puertas del Pecado, que lleva el subtítulo de Los siete vicios capitales. El libro nos recuerda el tema literario de los pecados capitales, que parece haber sido olvidado en los últimos tiempos.
Los jóvenes de hoy difícilmente sabrán repetir la lista que los enumeraba: soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza. Menos aún conocerán el significado de algunas de esas palabras.
Sin embargo estas “puertas del pecado” se encuentran reflejadas en numerosas obras del arte occidental. Baste recordar el cuadro al óleo sobre tabla, pintado y firmado por El Bosco entre 1475 y 1480, que se encuentra en el Museo del Prado. Es interesante dirigir una mirada a esta obra de arte.
La orientación moralizante de la pintura se encuentra subrayada por la relación que la presentación circular de los siete vicios guarda con las escenas relativas a los novísimos o realidades del más allá: muerte, juicio, infierno y gloria, que se encuentran representadas en los ángulos de la tabla.
Más importante todavía es la referencia a Cristo resucitado que ocupa el centro del círculo. El iris de un ojo simbólico evoca la inevitable referencia a Cristo que debe guardar siempre la reflexión cristiana sobre el comportamiento ético.
La tabla se limita a reflejar los vicios capitales. Sin embargo, la presentación de estas siete puertas del mal solía ir acompañada de las virtudes que se les contraponen. Y así ha de ser si se pretende ofrecer una verdadera alternativa ética: contra soberbia, humildad; contra avaricia, largueza; contra lujuria, castidad; contra ira, templanza; contra gula, sobriedad; contra envidia, caridad; contra pereza, diligencia.

No esta mal recordar ese listado en estos tiempos. De hecho, después de algunos años de silencio, las virtudes morales parecen haberse puesto de actualidad a partir de la célebre obra “Tras la virtud” del filósofo escocés Alasdair Macintyre 
La reflexión sobre los vicios y las virtudes puede ayudarnos a dirigir una mirada crítica a nuestra sociedad, sin perder el horizonte de humanidad que de ella esperamos. Por otra parte, la consideración del mal y del bien es propia del carácter profético de la fe cristiana, que está llamada a denunciar  los antivalores morales y a anunciar los valores que responden a la verdad más profunda del ser humano.
Así pues, tanto en la familia como en la escuela, en el ámbito de las comunicaciones como en el de la política parece más oportuno que nunca reflexionar sobre las puertas del mal y del bien. Y no sólo para levantar un dedo acusador contra los demás y contra las estructuras, sino para mirarnos al espejo para ver que cirugía integral necesitamos.
En realidad no basta con disminuir la cantidad del mal. Es preciso pasar con decisión a la alternativa del bien y la virtud. Sin miedo y con esperanza.


José-Román Flecha Andrés

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