SENTADOS CON JESÚS



Hoy Jesús  explica a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho.
Él nos enseña a buscar el Amor verdadero. No al Dios que nos apetece, el que nosotros imaginamos, sino al que vive y nos busca ahora. Jesús no nos ofrece un halago fácil que nos deja vacíos; su deseo es darnos una vida auténtica y plena. Se atreve a tratar con nosotros lo que tanto nos cuesta entender: el misterio de la cruz, ese misterio de amor que atraviesa los siglos y en el que está escondida la vida. Jesús nos enseña yendo delante, con la cruz. No tiene miedos, los ha vencido con la confianza en el Padre. En su cruz está escondida la raíz del amor, la fuente de la alegría, la salvación del mundo, una increíble experiencia de libertad. “Tengo yo para mí que la medida de poder llevar gran cruz o pequeña es la del amor” (Santa Teresa). Jesús, explícanos con calma el misterio de la cruz.

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