La falsa Navidad no es la abundancia de regalos
sino la ausencia de Jesús
La convicción que muchos, incluso entre los creyentes, se han
hecho respecto a la Navidad es que lo que perturba un auténtico festejo
natalicio son, sobretodo, el consumismo y la búsqueda de los regalos de estos
días. Muchas personas piensan así pero –sea dicho respetuosamente– se
equivocan.
No porque el consumismo, cuando es excesivo, no sea un
problema, sino porque la falsa Navidad no es la abundancia de regalos sino la
ausencia de Jesús; es tener una fiesta sin el
festejado.
Y si por un lado es verdad que una atención desmesurada a los
regalos puede distraer del sentido de la Navidad, por otro no es cierto que
evitando darse regalos automáticamente se vuelva uno partícipe, como por magia,
de la esencia de la Navidad.
En ese sentido, el gran Gilbert Keith Chesterton (1874 –
1936) se anticipa decenios sobre las polémicas del consumismo natalicio,
observando:
“Hace poco leí la afirmación de una
señora sobre el tema: dice que usted no “daba regalos” en el sentido ordinario,
sensual y terrenal de la expresión; pero el Cristo mismo es un regalo de
Navidad.
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