EVANGELIO DE LA VIDA
“El evangelio de la vida está en el centro del
mensaje de Jesús. Acogido con amor cada día por la Iglesia, es anunciado con
intrépida fidelidad como buena noticia a los hombres de todas las épocas y
culturas”. Así comienza la encíclica Evangelium
vitae. Firmada por Juan Pablo II el
25 de marzo de 1995, es un grito profético
en defensa de la vida humana y de toda la vida, en general.
Cuatro ideas básicas
recorren toda la encíclica: 1) la afirmación de la dignidad de la persona y de
su vida, en su sentido global y no tan sólo físico. 2) La consideración de la
vida humana, en cuanto creada y amada por Dios y abierta al encuentro
definitivo con Dios. 3) El deseo de
fundar su defensa sobre la razón humana y sobre la palabra de Dios. 4) La especial solemnidad de la defensa de la
vida y las condenas contra los atentados modernos que la amenazan.
Es cierto que la vida
humana ha de ser considerada como un don de Dios. Pero la encíclica da un paso
más para presentarla como un auténtico “evangelio”. Según el Papa, "el
Evangelio del amor de Dios al hombre, el Evangelio de la dignidad de la persona
y el Evangelio de la vida son un único e indivisible Evangelio" (EV
2).
Cada uno de los cuatro capítulos de la carta está titulado con
un texto de la Sagrada Escritura.
• En el primer capítulo
se analizan las actuales amenazas a la vida humana y se evocan las palabras que
Dios dirige a Caín tras el asesinato de su hermano Abel: “La sangre de tu
hermano clama a mí desde el suelo”.
• El segundo capítulo recuerda unas palabras de Jesús: “He
venido para que tengan vida” y reflexiona sobre la vida humana, en cuanto
creada por Dios, redimida por Cristo, ungida por el don del Espíritu y confiada
a la responsabilidad humana.
• En el tercer capítulo resuena el precepto bíblico "No
matarás", con referencia a los
modernos atentados del aborto y la eutanasia y a la actitud de la conciencia
ante las leyes civiles que promueven tales atentados.
• El cuarto capítulo recuerda que Jesús se identificará con los
desvalidos y marginados: “A mí me lo hicisteis”. Estas palabras nos exhortan a
promover una nueva cultura de la vida humana.
La encíclica concluye con una oración en la que se confía a
Santa María la causa de la vida, al tiempo que se implora su ayuda para poder
anunciar, celebrar y servir el Evangelio de la vida.
Esta encíclica nos revela las
mil formas del desprecio a la vida humana y su dignidad sagrada. Da una
respuesta cristiana a los muchos interrogantes que hoy se presentan en el campo
de la medicina y de la biotecnología. Nos ayuda a comprometernos en la defensa
de la vida humana, don de Dios y responsabilidad de cada uno de nosotros. Y nos
ofrece, en fin, una inspiración para la
plegaria.
Con ella pedimos la gracia de acoger, celebrar y testimoniar el Evangelio de la vida "para construir,
junto con todos los hombres de buena voluntad, la civilización de la verdad y
del amor, para alabanza y gloria de Dios Creador y amante de la vida" (EV
105).
José-Román
Flecha Andrés
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