ESPIRITUALIDAD FRANCISCANA


“Y después que el Señor me dio hermanos, nadie me mostraba qué debía hacer, sino que el mismo Altísimo me reveló que debía vivir según la forma del santo Evangelio. Y yo lo hice escribir en pocas palabras y sencillamente, y el señor Papa me lo confirmó. Y los que venían a tomar esta vida, daban a los pobres todo lo que podían tener; y se contentaban con una túnica, reforzada por dentro y por fuera, con el cordón y los paños menores. Y no queríamos tener más. Los clérigos decíamos el oficio según el uso de los demás clérigos, y los laicos decían los Padrenuestros; y muy gustosamente permanecíamos en las iglesias. Y éramos incultos y estábamos sometidos a todos. Y yo trabajaba con mis manos, y quiero trabajar; y quiero firmemente que todos los demás hermanos trabajen en algún trabajo humilde y honesto... Y cuando no nos den la paga del trabajo, recurramos a la mesa del Señor, pidiendo limosna de puerta en puerta. El Señor me reveló que dijésemos este saludo: El Señor te dé la paz… Y, así como el Señor me dio el decir y escribir sencilla y puramente… estas palabras, así también sencillamente y sin glosa habéis de entenderlas y observarlas con obras santas hasta el fin”.

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