Párate. Respira y siente cómo Dios va inundando tu vida. Cómo detrás de cada persona, de cada planta o de cada objeto está Dios trabajando continuamente para ti y para los demás. Trata de intuir qué hay detrás de la realidad que nos rodea y que tantas veces nos desborda.
San Ignacio, en los Ejercicios Espirituales, nos enseña a rezar con el cuerpo. A tocar como Jesús tocaba, a mirar como Jesús miraba, a sentir como Jesús lo hacía para poco a poco parecernos más a Él.
Dios está a nuestro alrededor, en cada momento y en cada detalle. Ojalá que podamos hacer de nuestro cuerpo un instrumento de oración y que aprendamos a sentir, con el cuerpo y no solo con la cabeza, a un Dios que se nos da constantemente.
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