
El catecismo que leían nuestros abuelos venía a decir que la fe es "creer lo que no vimos, porque Dios lo ha revelado ". Esta escueta formulación servía en la medida en que la fe era una realidad que impregnaba la sociedad y se transmitía discretamente en todos los ámbitos.
La sociedad ha cambiado y hemos descubierto la importancia de la experiencia de Dios. Tanto que Karl Rahner, gran teólogo, dijo que "el cristiano del futuro será un místico [...] o no será cristiano". Dicho de otra forma, la fe no es solo afirmar algo, es sobretodo fiarme de Alguien con quien me he encontrado.
Con todo, este interés por la experiencia puede frustrarnos si esperamos que nuestra espiritualidad consista en una montaña rusa de emociones interiores. La vida cristiana se va haciendo con ambas: experiencias que construyen nuestra historia, y fe que nos permite ver el paso de Dios, la mayoría de las veces en lo sencillo y cotidiano.
E Ignaciana
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