TERESA DE LISIEUX. DOCTORA E INNOVADORA


Los últimos días de su existencia ya era plenamente consciente de ser la iniciadora de una nueva forma de vivir lo cristiano. Estaba segura además de que este nuevo estilo conectaba plenamente con el evangelio. Los libros de la espiritualidad clásica la dejaban indiferente. Es cierto que a la edad de diecisiete y dieciocho años uno de los escritos que más alimentaba su espíritu eran las obras de Juan de la Cruz, principalmente Cántico y Llama; pero después ya sólo los evangelios saciaban su hambre. Conocía la espiritualidad carmelitana, pero los estados o grados de oración le decían bien poco, y mucho menos las visiones teresianas. Su locura por Jesús le producía que sólo le llenara lo que hablaba directamente de él: los cuatro Evangelios. Sabido es que los llevaba siempre consigo.
Cipe

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