Al celebrar la audiencia general del segundo miércoles de octubre en la Plaza de San Pedro y ante miles de fieles y peregrinos de numerosos países, entre los cuales 33 mineros chilenos que sobrevivieron en el año 2010 al derrumbe de la mina de San José, el Papa Francisco prosiguió su catequesis semanal sobre la familia, centrándose, en esta ocasión, en las promesas que hacemos a los niños. “Promesas de acogida, cuidado, cercanía y atención concreta, que se pueden resumir – dijo – en una palabra, a saber: el Amor”.
En primer lugar el Pontífice, hablando en italiano, afirmó que antes de comenzar su catequesis, en nombre de la Iglesia, deseaba pedir perdón por los escándalos que en los últimos tiempos se produjeron tanto en Roma como en el Vaticano. “Les pido perdón”, dijo Francisco.
En su catequesis sobre las promesas que hacemos a los niños, el Santo Padre explicó que se refería a las promesas más importantes, decisivas para sus expectativas ante la vida, para su confianza en los seres humanos y su capacidad de concebir el nombre de Dios como una bendición.
Tras afirmar que los adultos estamos dispuestos a hablar de los niños como de una promesa de la vida, y solemos conmovernos cuando decimos a los jóvenes que son nuestro futuro, el Papa se preguntó si también somos serios con su futuro. Una pregunta que – dijo – deberíamos plantearnos frecuentemente para saber cuán leales somos con las promesas que hacemos a los niños a quienes traemos a nuestro mundo.
Francisco afirmó que el amor, que se da en la acogida y atención, en la cercanía, confianza y esperanza, son las promesas básicas y el modo más correcto de acoger a un ser humano que viene al mundo, porque es una promesa que el hombre y la mujer hacen a cada hijo desde el momento en que es concebido en su pensamiento.
Y los niños – prosiguió diciendo el Obispo de Roma – vienen al mundo y esperan la confirmación de esta promesa, independientemente de sus condiciones de vida, etnias y culturas; puesto que cuando sucede lo contrario, los niños son heridos por un “escándalo” insoportable, que es mucho más grave, porque no cuentan con los medios para descifrarlo.
El Papa Bergoglio recordó asimismo que Dios vela sobre esta promesa desde el primer instante, tal como se lee en el Evangelio de Mateo en que Jesús asegura que los ángeles de los niños reflejan la mirada del Padre celestial, por lo que Dios jamás los pierde de vista. De ahí su advertencia a quienes traicionan su confianza dado que el abandono confiado de los niños a nuestra promesa, no sólo nos empeña desde el primer instante, sino que también nos juzga.
También añadió con sumo respeto y franqueza que la espontánea confianza en Dios de los niños jamás debería ser herida, especialmente cuando esto sucede a causa de cierta presunción de sustituirnos a Él.
El Papa concluyó recordando que sólo si miramos a los niños con los ojos de Jesús, podemos comprender verdaderamente que defendiendo a la familia, ¡protegemos a la humanidad! “Porque el punto de vista de los niños – dijo – es el punto de vista del Hijo de Dios”.
Radio Vaticana
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