NUNCA ES TARDE PARA LA TERNURA

«En la palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres; la luz brilló en las tinieblas, y las tinieblas no la comprendieron» (Jn 1, 4)
Nunca es tarde para abrirle la puerta y comenzar de nuevo.Nunca es tarde para vivir el misterio de un Dios hecho niño con otro estilo y por senderos más auténticos. Otro año más tenemos el reto de decidir cómo queremos vivir estos días. Podemos dar luz verde a la rutina de siempre y será otra Navidad más sin pena ni gloria
Podemos acoger a un Dios que arriesga para entrar en la historia y decirnos que una Navidad con sabor a evangelio lo hará todo diferente. Podemos decir que no a sucedáneos navideños. Que todo no vale. Y que todo no se puede en estos días. Y que hay cosas que no se compran con dinero. Que nadie nos engañe para llenarnos de urgencias navideñas y vanos compromisos para la cuesta de enero. La ternura pobre del pesebre ayuda a decir sí a lo que importa y a recuperar nuestro centro en Dios. Como cada año, la ternura siempre llega a tiempo y llama una vez más para recordarnos que nunca es tarde para abrirle.


¿A qué le quiero decir “sí” en esta Navidad?
¿A qué le quiero decir “no”?

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