
El desierto de la cuaresma fecunda la tierra que mana leche y miel. Aridez de las tentaciones, zumo de leche, manjar de miel, don de tu abundancia. En medio de la carencia anhelos saciados por tu misericordia. En la nada tu generosidad radiante, el don de tu salvación, tu pan que alimenta. Me postro en la intimidad de tu inmensidad, flor de cactus peregrino, te adoro en el silencio fecundo, sostenido por la mano de tu ángel. Líbrame del mal, no me dejes caer en tentación, Señor, Jesús.
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