Hay quien declaró la guerra
y nunca entró en la batalla.
Hay quien entró en la batalla
y no descubrió la guerra.
La trinchera, hermano mío,
es tan ancha como el mundo:
va del patio de tu casa
hasta el trono del imperio;
arranca en tu corazón
y va al corazón de todos.
El clarín del gallo canta,
la noche pliega sus tiendas.
(Cierra los sueños, hermano;
abre los ojos y el libro).
Esta guerra no se acaba;
las batallas de esta guerra
recomienzan cada día.
Pedro Casaldáliga
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