¿Quién no vive, en ocasiones, el entusiasmo, y otras veces la frialdad más absoluta?
¿Nunca has sentido ese baile de emociones?
No es por estar equivocados. O por estar haciendo algo mal. A veces es casi al contrario. Todo esto tiene que ver con tomarse en serio la vida, el amor y el evangelio. Si no te importase nada pasarías la vida en una tranquila indiferencia. Pero te importa. Y por eso, sufres y ríes, encuentras la alegría, pero también se te escapa. Dios también provoca emociones, y su evangelio desata tormentas dentro.
¿Te ha pasado alguna vez?
No hay comentarios:
Publicar un comentario