¿QUIÉN DA ESPERANZA A QUIÉN?

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Cuando repetimos mucho algunas frases, corremos el riesgo de convertirlas en “humo”; frases vacías. Es lo que sucede con muchas cuestiones relacionadas con la educación de los hijos, si no nos preocupamos de hacer aterrizar los conceptos.

Repetimos hasta la saciedad que debemos motivarles, educarles en valores o por poner otro ejemplo, transmitirles esperanza en la vida. ¿Pero en qué consiste cada uno de estos retos?

Sobre esto último, precisamente, le preguntaba hace unos días una periodista a un arzobispo emérito en la presentación de sus memorias. Y esto fue lo que contestó:

“La esperanza no se da. Se la tiene que ganar cada uno. La esperanza es fruto de la decisión personal. Se reparten caramelos, no esperanzas”.

“A la juventud le diría que asuma su responsabilidad. El remedio no está en ponerles las cosas más fáciles. La juventud tiene que reaccionar ante las dificultades de las circunstancias que estamos viviendo no aspirar a tenerlo todo resuelto.
La esperanza está en su rebeldía, pero una rebeldía razonable, una rebeldía generosa, sensata, pero la esperanza más que dársela los viejos a los jóvenes nos la tienen que dar los jóvenes a los viejos”.

Las frases de Mons. Fernando Sebastián fueron como una sacudida. Creo que, sin olvidar la importancia que tiene que nuestros chicos tengan referentes que les ilusionen y que encarnen todos esos valores que pueden llenar de energía un espíritu joven es fundamental hacerles ver que “la pelota está en su tejado”.
Aleteia

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