¿"CRISIS VOCACIONAL"?




3 hermanos sacerdotes muestran el poder de una familia dedicada a Dios
Estos hermanos sacerdotes nos muestran que lo que inspira a los jóvenes hacia el camino del sacerdocio es el ejemplo y el apoyo de los más allegados.
A principios de este mes, Jerry y Bernadette Strand celebraron la ordenación de su hijo, Vincent, como sacerdote. Sin embargo, no era la primera vez que uno de sus hijos se hacía cura.
Durante los últimos siete años, sus tres hijos (Luke, Jacob y Vincent) completaron sus estudios en el seminario y fueron ordenados para el servicio de la Iglesia.
El sacerdote jesuita Vincent Strand, en el centro, con sus hermanos sacerdotes Luke Strand, a la izquierda, y Jacob Strand celebran una misa el Día de Acción de Gracias el domingo 5 de junio en la parroquia de Saint Bruno, Dousman, EE.UU. Fray Vincent fue ordenado sacerdote jesuita por el arzobispo Jerome E. Listecki el día anterior, sábado 4 de junio, en la iglesia Gesu, Milwaukee. (Fotografía del Catholic Herald por John Kimpel).
A pesar de lo sorprendente que pueda parecer la historia de tres hermanos sacerdotes, lo cierto es que no es un caso excepcional.
Hay innumerables historias de hermanos que responden a la misma llamada de Dios para el sacerdocio.
En Nueva York, Arnold y Marcia Pilsner vieron cómo tres de sus cuatro hijos se ordenaban sacerdotes: los padres James, Peter y Joseph Pilsner. Además, también los dos hijos de John y Bernadette Higgins recibieron la ordenación sacerdotal: los padres John y Vincent Higgins.
En Michigan, Agnes y Brian Koenigsknecht celebraron recientemente las ordenaciones de sus hijos, gemelos idénticos, para la diócesis de Lansing: el padre Todd Koenigsknecht y el padre Gary Koenigsknecht. Actualmente, su hermano menor está en la mitad de los estudios en el seminario.
En Wisconsin, Gary y Amy Oudenhoven estaban eufóricos cuando sus dos únicos hijos fueron ordenados sacerdotes por la diócesis de La Crosse: los padres Timothy y Daniel Oudenhoven. También, los hijos gemelos de James y Marion Sember, el padre Joel y el padre Ben Sember, fueron ordenados por la diócesis de Green Bay. Los gemelos Sember eran el segundo par de gemelos ordenados en la historia de esta diócesis.
Es solamente una pequeña muestra de historias de este tipo, con unos hombres que tenían un factor motivador similar que les ayudó a contestar a la llamada de Dios: la familia.
No sólo tenían unos padres comprensivos y atentos que vivían practicando su fe, sino que también disponían del ejemplo de un hermano que buscaba activamente la voluntad de Dios.
El padre Jacob Strand explicó al periódico Catholic Herald de qué forma le inspiró el ejemplo de sus hermanos. “Cuando empezaron a responder a su vocación, me sentía siempre impresionado por lo satisfactorias que parecían sus vidas… Mi hermana también me ha aportado un gran ejemplo de esperanza, ayudándome a confiar en las palabras de san Pablo de que ‘el amor nunca falla’”.
El padre Peter Pilsner relató a Catholic New York que sus padres no impusieron el sacerdocio ni a él ni a sus hermanos, sino que, simplemente, practicaban la fe.
“Mis padres valoraban mucho la vida espiritual y la fe. Rezábamos juntos en familia, pero nunca nos presionaron para que fuéramos sacerdotes”, explicó.
Además de una familia que les respaldaba, los gemelos Koenigsknecht también destacaron su pequeña comunidad rural de católicos como razón central que motivó su vocación de sacerdotes.
Según explicaba The New York Times, “la fe es el centro de la vida [en esta localidad], los que viven aquí dicen: todo el mundo es católico, todo el mundo es familiar de alguien y todos van a misa. Los grupos jóvenes son activos. Prácticamente todos los estudiantes que van al baile de graduación en los pueblos empiezan la celebración asistiendo a una misa que se celebra normalmente a las 4:30 p.m., vestidos con su ropa de fiesta”.
En un tiempo en el que muchos en Estados Unidos hablan de “crisis de vocación”, el remedio parece ser bastante sencillo: una familia dedicada a Dios donde los niños aprenden activamente a discernir la voluntad de Dios. No hay “fórmula mágica” ni programa especial que pueda implementar una diócesis.
Según parece, la clave para fomentar las vocaciones al sacerdocio está enrezar en familia y crear una atmósfera de buen juicio y sentimiento religioso en la comunidad de la parroquia local.
Los padres no tienen que “forzar” a sus hijos para que se hagan sacerdotes, ni atosigarles constantemente para que entren en el seminario. Ser abierto y sincero en relación a una vida de fe es el mejor regalo que pueden dar unos padres.
Estos hermanos sacerdotes nos muestran que lo que inspira a los jóvenes hacia el camino del sacerdocio es el ejemplo y el apoyo de los más allegados.

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