¿OCASIÓN PARA ABRIRNOS AL ESPÍRITU?
Mil gracias derramando
pasó por estos sotos con presura,
y, yéndolos mirando,
con sola su figura
vestidos los dejó de hermosura.
(San Juan de la Cruz, Cántico B)
Cuando te despiertes por la mañana respira hondo, sonríe, y agradece a Dios el hálito de vida que te regala en cada amanecer. Ríete un poco de todo lo que no funciona a tu alrededor. No merece la pena que te enfades, y además con los enfados no se arregla nada. Conecta con Dios cuando estés en contacto con la naturaleza, cuando estés con los amigos o en familia, cuando estés a solas. El siempre está a la escucha. No trabajes sólo por El, aprende a gozar estando con El.
Crea en torno a ti un espacio ecológico donde se respeten especies tan raras como la reconciliación, la tolerancia, el respeto, la misericordia, la ternura, el cariño. Dedica tiempos para estar contigo y para descansar. Abre tus manos para compartir la vida. Siempre queda algo de fragancia en la mano del que ofrece rosas.
Procura dedicar al menos un minuto a leer una frase del Evangelio de cada día. Míralo como un hermoso proyecto para la humanidad del siglo XXI. Entra cada día en la presencia de María y en ella contempla un principio de gozo y plenitud, de belleza y esperanza. Y cuando llegue la noche, abandónate en sus brazos.
Lleva siempre en los labios una palabra de esperanza, en tus manos un gesto de paz, en tus pies un alivio para los que están en las orillas.
Que tus oídos estén abiertos para escuchar lo que acontece a tu alrededor, tu corazón compasivo para quienes sufren y tus manos solidarias con el grito de dolor de los pueblos que piden acogida. Cuida la vida, cuida toda vida. Es una hermosa forma de parecerte a Jesús.
Cipe
Cipe
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