SEÑOR, ENSÉÑANOS A ORAR

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Yo, Señor Jesús,
como aquel seguidor tuyo del Evangelio
me postro hoy a tus pies humildemente
para hacerte la misma súplica:
Señor, enséñame a orar,
enséñame a orar a tu manera,
como Tú lo hacías.
Tu seguidor del Evangelio quedó
impresionado por tu manera de orar
y eso le movió a pedirte que le enseñes a orar como Tú lo hacías.
Primero el ejemplo y a partir de ahí
la enseñanza.
Señor Jesús, yo y todos, necesitamos
que nos enseñes a rezar a tu manera.


Por lo que veo en los Evangelios:
Tu oración, Señor Jesús, era constante, de todos los días.
Tu oración era de acción de gracias.
Tu oración era escucha a Dios Padre
para conocer y hacer su voluntad.
Tu oración era partiendo de los textos
de la Palabra de Dios.
Tu oración nacía de la vida,
de lo que contemplabas y acontecía
Tu oración era litúrgica.
Tu oración era confiada.
Tu oración era de súplica por Ti,
pero sobre todo por los que te rodeaban y por nosotros.
Tu oración era asunto prioritario
en tu vida.
Tu oración no miraba el reloj, duraba.
Tu oración era para pedir al Padre
por las necesidades más urgentes del momento
como la paz, la unión, el perdón…
Tu oración era espontánea
Tu oración era confiada y perseverante.
Tu oración era de hijo a Padre.
Ayúdame, Señor Jesús,
a orar a tu manera.
Ayúdame también a animar a la gente a que ore,
a que no escatime su tiempo para rezar,
a que sea generosa, al fin y al cabo es para su bien.
Cada uno debemos inventar
nuestro estilo de oración.
Haz que encontremos
nuestra manera de orar
y que siempre seas en ello
nuestro punto de referencia.
De todas formas Tú, Señor Jesús,
ya nos has mostrado
una forma concreta de orar
contenida en la oración
del Padre nuestro,
que no es una fórmula,
sino un estilo de orar,
una manera de situarnos ante Dios,
ante el mundo,
ante nosotros mismos.
En los primeros relatos que describen
en pocos rasgos a las primeras
comunidades cristianas
uno de los trazos bien definidos
que se daban en sus vidas
era que oraban.
La Iglesia ora, las comunidades oran,
hay religiosas y religiosos
que entregan toda su vida a la oración.
En el mundo son muchos miles de personas
que hacen de sus vidas una oración.
Todos ellos y ellas oran
por la humanidad entera.
Gracias sean dadas a Dios Padre
por tantas personas que rezan
por todos nosotros
y por todas las necesidades del mundo.
Bendíceles Señor Jesús.

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