JESÚS INVITA A SEGUIRLE

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Jesús invitó a seguirle a una pequeña parte de un diez por ciento de los que le buscaban. Una matemática complicada para llamar a un resto. Esos pocos -los doce y algunos más (¡Si, varones y mujeres!)- son los mismos que piden a Dios que baje fuego del cielo. Suspiran porque Dios ponga las cosas en su sitio como ocurrió en Sodoma y Gomorra.

Quizá nosotros, pertenecientes a esa pequeña parte, también estamos tentados de pedir fuego para que impida que cambie la realidad social o que se transforme a nuestro gusto. Aquellos discípulos no estaban ante una situación política complicada pero sí ante la entrega de Jesús. Llevaban tres años con Él y cuando el Maestro se entrega, ellos prefieren atacar. Nosotros llevamos más tiempo y la reacción es parecida. ¿No tendrá que regañarnos también?

Seguir a Jesús es fruto de una invitación. Quien se ofrece a seguirle no suele salir bien parado. Cuentan que uno se le acercó y le dijo estar dispuesto a ir a cualquier lugar. ¿También a morir a Jerusalén? Suena irónica la oferta cuando Jesús se dirigía a la muerte. Lo único que le ofrece es la itinerancia y seguridad de estar con él. Otro le aseguró que le seguiría con la condición de atender a su familia. Ofrecimiento que lleva en sí una trampa: Dios o la familia. Dios es la familia, nunca ha sido rival… Pero sí quiere poseer el lugar central del corazón y aquel hombre no sabe dónde situar los afectos. ¿Para qué se ofrece si no quiere optar? Si no clarifica sus opción y sus deseos, cualquier decisión que tome entrará en confrontación… Caminará toda su vida con la cabeza vuelta atrás sin saber si eligió bien. Este mismo bloqueo tiene uno al que Jesús “sí le invita”. Éste, que es el único llamado, pone la excusa del tiempo para postergar el momento de seguirle.. ¡Otro al que se le pasará la vida sin tomar ninguna decisión por considerar todas igual de importantes!

Jesús invita a seguirle a un pequeño resto. A nosotros siempre no parece una cantidad insuficiente. Pero lo importante no es lo que opinemos nosotros sino que le sigamos…¡ya se encargará él de purificar nuestras intenciones, opciones y deseos! Ah, y nuestras ansias de fuego divino.

Manuel Romero, TOR

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