
Elegir es una acción fundamental en la vida. Elegimos constantemente. Unas elecciones son cotidianas: a dónde ir, qué comer, cómo vestir, salir o quedarnos en casa, leer esto o lo otro, etc. Otras elecciones, en cambio, son más fundamentales: aquellas que nos marcan la vida, las que nos encausan y nos hacen encontrar el sentido de nuestra existencia.
Ante esto, hay que ser hombres y mujeres de discernimiento. El discernimiento, como actitud fundamental, nos ayuda a ver nuestra propia vida y la historia del mundo desde el proyecto amoroso de Dios. Nos hace examinar nuestras elecciones, posturas, planes y proyectos. A través del discernimiento descubrimos el paso amoroso de Dios por nuestras vidas, invitándonos, para que en nuestras elecciones tengamos vida en abundancia.
Ante esto, hay que ser hombres y mujeres de discernimiento. El discernimiento, como actitud fundamental, nos ayuda a ver nuestra propia vida y la historia del mundo desde el proyecto amoroso de Dios. Nos hace examinar nuestras elecciones, posturas, planes y proyectos. A través del discernimiento descubrimos el paso amoroso de Dios por nuestras vidas, invitándonos, para que en nuestras elecciones tengamos vida en abundancia.
E Ignaciana
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