Nos llamas por nuestro nombre, tal y como somos, para construir el Reino. No te cansas ni te echas atrás. Nos llamas a todos, Señor, a cada uno de una forma, con una propuesta común y única a un tiempo: construir tu Reino, proclamar tu Evangelio, seguir tus pasos. Nos llamas cada día, con susurro y con grito...infinitamente paciente...
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