SEGUIDORES DE JESÚS

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El Espíritu invita a “seguir las pisadas de Jesús” (Juan de la Cruz).

Jesús llama a los discípulos “para que estén con él, y para enviarlos a predicar” (Mc 3,13). 

“El seguimiento no es una simple fidelidad moral a Cristo, sino una prolongación en la vida propia y en el mundo actual de la realidad plena de Jesús.

No se trata de imitar a Jesús, sino de prolongar a Jesús” (Karl Rahner) para “hacer la historia de hoy como Jesús hizo la de su tiempo” (Jon Sobrino). 

Con tan buen amigo presente, con tan buen capitán que se puso en lo primero en el padecer, todo se puede sufrir: es ayuda y da esfuerzo; nunca falta; es amigo verdadero” (Teresa de Jesús).  

Ante Cristo se sitúa la historia humana entera: nuestro hoy y el futuro del mundo son iluminados por su presencia” (Incarnationis Mysterium,1). 

EN CAMINO

El seguidor de Jesús está vinculado incondicionalmente a la persona de Jesús y, por tanto, a su estilo de vida. No se concibe al margen de él. Comparte con él su misma suerte.
El seguidor de Jesús es un orante en camino, con todo lo que ello significa: abierto, en constante aprendizaje, ligero de equipaje. Recuerda la llamada: “Ven y sígueme”. Estrena cada día unas relaciones con los demás basadas en el servicio y la entrega, en la renuncia a toda ambición de poder y de dominio sobre los otros. Colabora con él en el anuncio del Reino. Es testigo de lo que ha visto y oído.

“Habiendo sido alcanzado por Cristo Jesús, continúo mi carrera por si logro alcanzarlo” (Flp 3,12). “No es pequeño bien y regalo del discípulo ver que su maestro le ama” (Teresa de Jesús).
Cipe


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