Con una actitud de búsqueda, de una apertura (“puerta que se abre desde dentro”), que es la marca de una conciencia despierta, la apertura de un espacio a Dios para que siga creando. Ir de la superficialidad a la hondura, del ruido al silencio, de la ausencia a la presencia. “Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios” (Mt 5,8).
Con el recuerdo y la fidelidad a la palabra recibida y dada que es camino para descubrir el valor y la belleza de la coherencia. “Hay mucho que ahondar en Cristo” (San Juan dela Cruz). Ir de la pasividad a la creatividad.
Con la recuperación de la intimidad y la cultura de la comunicación callada; seleccionar los momentos y las personas para la comunicación es indispensable para el descubrimiento de las riquezas de la propia interioridad y para recuperar la sensibilidad espiritual. Ir del individualismo a la comunión.
Con el gusto por el presente. Frente a la ansiedad y la descreación, saborear el presente, acoger las posibilidades que encierran el aquí y el ahora, superando las tentaciones de nostalgia del pasado y de ensoñación con el futuro. Ir de la prisa a la calma del día a día.
Cipe
No hay comentarios:
Publicar un comentario