Celebramos la fiesta de la Presentación de Jesús en el Templo. En el pueblo de Israel, la presentación del nuevo hijo en el Templo significaba el primer encuentro cultual de un recién nacido con el Dios de la Salvación. Así, María y José, fieles a la tradición de su pueblo, acercan a su Hijo al Templo para propiciar su encuentro con el Padre.
De igual modo, en la liturgia de esta fiesta, la Iglesia invita a las personas consagradas a tener un encuentro con el amor de Dios. En este día, como consagrados, ofrecemos a los demás el testimonio vivo de que el encuentro con Dios es posible en todo lugar y época, de que su amor llega a todo rincón de la tierra y del corazón humano. La vida consagrada es la respuesta del encuentro personal con Dios, que se hace envío y anuncio.
Esta Jornada debe ser una ocasión para promover el conocimiento y la estima de la vida consagrada como forma de vida que asume y encarna el encuentro con el Amor de Dios y con los hermanos.
En esta Jornada, que lleva por lema: “La Vida Consagrada, encuentro con el Amor de Dios”, renovamos nuestra respuesta a la elección de Dios, y salimos al encuentro del Señor con la luz de la Fe, la fuerza de la Esperanza y el fuego del Amor que el Padre ha encendido en nuestros corazones.
De igual modo, en la liturgia de esta fiesta, la Iglesia invita a las personas consagradas a tener un encuentro con el amor de Dios. En este día, como consagrados, ofrecemos a los demás el testimonio vivo de que el encuentro con Dios es posible en todo lugar y época, de que su amor llega a todo rincón de la tierra y del corazón humano. La vida consagrada es la respuesta del encuentro personal con Dios, que se hace envío y anuncio.
Esta Jornada debe ser una ocasión para promover el conocimiento y la estima de la vida consagrada como forma de vida que asume y encarna el encuentro con el Amor de Dios y con los hermanos.
En esta Jornada, que lleva por lema: “La Vida Consagrada, encuentro con el Amor de Dios”, renovamos nuestra respuesta a la elección de Dios, y salimos al encuentro del Señor con la luz de la Fe, la fuerza de la Esperanza y el fuego del Amor que el Padre ha encendido en nuestros corazones.
Hoy, unidas a toda la Iglesia, damos gracias a Dios por todas las personas de especial consagración, que desde las diversas vocaciones y formas de vida y servicio son presencia elocuente del Amor de Dios en el mundo. Damos gracias por el don de la vida consagrada, que siempre es “iniciativa del amor del Padre”.
Conferencia Episcopal
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