Antes de Cuaresma, carnaval… tiempo de caretas, de disfraces, de ficción… La verdad es que lo de menos son estos pocos días de mascarada oficial. A veces me turba pensar que siempre hay que andar con máscaras puestas; yo y todos. Que debajo de la aparente seguridad late un rostro temeroso. Que tras el semblante risueño hay una mueca de dolor. O que tras la cara compasiva puede haber un gesto de desprecio. Quiero aprender a ver los rostros humanos, quiero no tener miedo de dejarme ver. Ahora, cuando se apaguen los ecos del carnaval, es tiempo de quitar maquillajes.
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