DETENTE PARA MIRAR Y CONTEMPLAR




Mira los signos que impiden apagar la caridad

Que mantienen viva la llama de la fe y la esperanza. Rostros vivos de la ternura y la bondad operante de Dios en medio nuestro.

Mira el rostro de nuestras familias

Que siguen apostando día a día, con mucho esfuerzo para sacar la vida adelante y, entre tantas premuras y penurias, no dejan todos los intentos de hacer de sus hogares una escuela de amor.

Mira el rostro interpelante de nuestros niños y jóvenes

Cargados de futuro y esperanza, cargados de mañana y posibilidad, que exigen dedicación y protección. Brotes vivientes del amor y de la vida que siempre se abren paso en medio de nuestros cálculos mezquinos y egoístas.

Mira el rostro surcado por el paso del tiempo de nuestros ancianos

Rostros portadores de la memoria viva de nuestros pueblos. Rostros de la sabiduría operante de Dios. Mira el rostro de nuestros enfermos y de tantos que se hacen cargo de ellos; rostros que en su vulnerabilidad y en el servicio nos recuerdan que el valor de cada persona no puede ser jamás reducido a una cuestión de cálculo o de utilidad.

Mira el rostro arrepentido de tantos que intentan revertir sus errores

Y equivocaciones y, desde sus miserias y dolores, luchan por transformar las situaciones y salir adelante.

Mira y contempla el rostro del Amor crucificado,

Que hoy desde la cruz sigue siendo portador de esperanza; mano tendida para aquellos que se sienten crucificados, que experimentan en su vida el peso de sus fracasos, desengaños y desilusión.

Mira y contempla el rostro concreto de Cristo crucificado por amor a todos y sin exclusión

¿A todos? Sí, a todos.

Mirar su rostro es la invitación esperanzadora de este tiempo de Cuaresma para vencer los demonios de la desconfianza, la apatía y la resignación.

Rostro que nos invita a exclamar: ¡El Reino de Dios es posible!

Papa Francisco,. Cuaresma 2018

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