EVANGELIO DEL DÍA

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“Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se le conmovieron las entrañas; y, echando a correr, se le echó al cuello y lo cubrió de besos” (Lc 15,20)  

El Espíritu del Padre no se asusta de nuestros pecados de hijos pródigos o envidiosos. No nos deja decir nuestro discurso, sencillamente nos abraza. Ten en cuenta que el Padre siempre te espera. No des por perdida la esperanza. 

Bendito seas por siempre, Padre, que siempre nos esperas. Todo lo tuyo es para nosotros. 

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