ENAMORADOS DEL VIVO

No seguimos a un Dios de muerte, sino de vida. Un Dios al que en este tiempo de pascua descubrimos como bueno, salvador, Dios de envío,que nos pone en camino... No le seguimos por obligación ni por miedo, por desesperación ni por hastío, sino por un amor profundo, que nace de descubrir cómo es. Es un Dios vivo que sigue presente en nuestras vidas, en nuestro mundo, acariciando nuestras historias y proponiéndonos metas y proyectos. ...

ENAMORADOS DE UN DIOS BUENO, de alguien que permanece atento a la historia y la necesidad de cada uno, pendiente de las alegrías y desolaciones de los suyos, también de las tuyas, acompañando momentos tristes y colmando de felicidad los buenos. Un Dios que siento cuando escucho aquella palabra amable, cuando soy testigo de esa amistad fuerte, cuando recibo una sonrisa sincera, también cuando soy capaz de vencer mis prejuicios, mis límites y hacerme un poquito más de Dios, dejándome en sus brazos; mirarle y dejarme mirar por Él me basta para enamorarme cada día un poco más. ¿Cómo es posible no enamorarse de alguien así? ENAMORADOS DE UN DIOS QUE ES PADRE Y MADRE, que está permanentemente esperando la vuelta del hijo que marchó, que acude a Él con besos y abrazos, que sale a buscar una oveja perdida cuando tenía con él noventa y nueve, entendiendo que en ese momento es quien más lo necesita, que perdona sin pensar, antes de nada, de vuelta de todo, que comprende aquello que ni yo mismo acepto de mí, que cuanto más da, más tiene, que me ama porque sí, desde el principio, con todo. ENAMORADOS DE UN DIOS QUE SALVA Y ENVÍA, que transforma, a su manera y en su tiempo, no siempre como esperamos, como pedimos, cuando queremos,... que envía a nuestro mundo de siempre y a lugares nuevos, siempre para hacer pequeñas grandes cosas, para hacer del espíritu de Dios manos fuertes, laboriosas, pies en marcha, ilusionados, sentidos atentos, emocionados, aceptando también las manos, los pies, los sentidos más débiles, menos capaces, más doloridos. Aceptando y agradeciéndolo todo, enviados a ser luz.