MARÍA Y LA RESURRECCIÓN DE JESÚS

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Durante el tiempo pascual rezamos la antífona Regina Coeli sustituyendo al rezo del Ángelus,
El Regina Coeli es un bonito himno de autor desconocido, en el que felicitamos a la Virgen porque “en verdad ha resucitado el Señor”.

Aunque no se conoce su autor, parece que ya se rezaba en el siglo XII y que los franciscanos, en la primera mitad del siglo XIII, la rezaban después del oficio de Completas.
Fue esta actividad de los frailes franciscanos la que popularizó y expandió por todo el mundo cristiano el rezo de esta antífona en la que unen, el misterio de la encarnación “A quien has merecido llevar en tu seno”. con el de la resurrección “Ha resucitado, según dijo”.
S
egún S. S. Benedicto XVI el texto de la oración del Regina Coeli “es como una nueva “anunciación” a María, que esta vez no hace un ángel, sino los cristianos, que invitamos a la Madre a alegrarse porque su Hijo, a quien llevó en su seno, resucitó como lo había prometido.”

En la audiencia que el Papa Juan Pablo II celebró en mayo del 1997, habló de María y de la Resurrección, dando respuesta a las preguntas que podemos plantearnos al contemplar que los Evangelios refieren varias apariciones del Resucitado, pero no hablan del encuentro de Jesús con su Madre.

Juan Pablo II dice que el silencio no debe llevarnos a concluir que, después de su Resurrección, Cristo no se apareció a María.

Antes que a ellos, el Resucitado se apareció a algunas mujeres fieles, por su función eclesial: “Id, avisad a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán” (Mt 28, 10).

Si los autores del Nuevo Testamento no hablan del encuentro de Jesús Resucitado con su Madre, tal vez se debe atribuir al hecho de que los que negaban la Resurrección del Señor podrían haber considerado ese testimonio demasiado interesado y, por consiguiente, no digno de fe.
L
os Evangelios, además, refieren sólo unas cuantas apariciones de Jesús Resucitado, y ciertamente no pretenden hacer una crónica completa de todo lo que sucedió durante los cuarenta días después de la Pascua.

San Pablo recuerda una aparición “a más de quinientos hermanos a la vez” (1 Cor 15, 6). ¿Cómo justificar que un hecho conocido por muchos no sea referido por los evangelistas, a pesar de su carácter excepcional? Es signo evidente de que otras apariciones del Resucitado, aun siendo consideradas hechos reales y notorios, no quedaron recogidas.

¿Cómo podría la Virgen, presente en la primera comunidad de los discípulos (Hch 1, 14), haber sido excluida del número de los que se encontraron con su Divino Hijo Resucitado de entre los muertos?

Orígenescristianos.es

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