DEJA DE PREGUNTARTE POR LO QUE DAS


Si eres de los que se va de campo de trabajo, colonias, campamento, convivencias, experiencia de verano… Tengo algo que decirte: deja de preguntarte cuánto vas a dar, qué quieres aportar… Deja de preguntarte por ti mismo y empieza a preguntarte por aquellos con los que vas a trabajar, con los que vas a compartir parte de tu verano.

Porque lo que está en tu mano dar, qué es lo que vas a hacer y qué límites vas a poner a lo que se te pida, reconócelo, ya lo has decidido antes de empezar el viaje. Y el resto del viaje puede ser un ir queriendo que todo cuadre. Que lo que te pidan y lo que tú quieras coincida. Que tus límites se respeten, que tengas tiempo para ti, y la oportunidad de desarrollarte como persona. Y eso está bien, claro que sí. Pero no es lo importante.

Porque lo importante no es lo que tú vas a hacer en verano. Ni lo que vas a arreglar. Porque si no pretendes arreglar el Mundo, con mayúscula, tampoco pretendas arreglar los pequeños mundos con los que te vas a poner en contacto. Intenta más bien abrir bien los sentidos. Mirar a tu alrededor y reconocer las miradas cansadas, desesperanzadas, ilusionadas, vibrantes. Oír lo que te cuentan, los sonidos del nuevo sitio que va a ser tu casa por una semana, diez días, quince… Escuchar historias que se entrelazan y dan forma a una nueva realidad. Gustar lo nuevo que se abre ante ti y que se te regala, no para que crezcas tú, sino para hacer crecer a otros, para alimentar la vida a tu alrededor. Tocar, abrazar, acariciar, cargar peso, correr, saltar, sentir el contacto de otras personas que te necesitan, que se ponen a tu disposición pero que son el centro de tu verano. Y oler. Olfatear el rastro que el Reino va a ir dejándote para que lo sigas en el encuentro con el otro, con otros pequeños mundos que se irán entrelazando con el tuyo. Respirar hondo para recibir el ánimo.

En definitiva, abrir tus sentidos y tu sentido para recibir, acoger y confiar. Y decidir desde ahí, desde lo que tus sentidos te van a ir regalando, y no desde tu plan perfecto que has hecho en casa, que has decidido con tu acompañante. Ábrete a la vida que se te regala y que es la novedad en la que te vas a sumergir.

Deja de preguntarte por el fruto que vas a aportar o el que quieres conseguir. Agradece cada vez que tus expectativas y planes se frustren, porque entonces estarás experimentando la realidad que se te regala y que es más grande que todo lo que puedas imaginar o planear. Acógelo. Y disfruta del verano, porque el siguiente será otro reto, y lo empezarás también de cero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario