Hoy podemos decidirnos a reconocer que es Dios mismo quien a diario nos sale al encuentro precisamente ahí donde no esperábamos, aunque eso implique que tengamos que ajustar nuestro paso al suyo. Somos invitados, en realidad, a acompasar nuestro caminar a lo que cada día Él nos regala ¿nos pillará “con el pie cambiado”?
Ianire Angulo Ordorika
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