María Ana, mujer de corazón puro y limpio, reconoce la grandeza de Dios y solo desea darle gracias. Es con su vida, en sus distintas facetas, un himno al Dios creador. En sus notas espirituales revela profunda confianza en el Señor y, en su pequeñez, se abre a su AMOR MISERICORDIOSO.
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