Guíame, Señor, mi
luz,
en las tinieblas que
me rodean,
¡guíame hacia
delante!
La noche es oscura y
estoy lejos de casa:
¡Guíame tú!
¡Dirige Tú mis pasos!
No te pido ver
claramente el horizonte lejano:
me basta con avanzar
un poco...
No siempre he sido
así,
no siempre Te pedí
que me guiases Tú.
Me gustaba elegir yo
mismo y organizar mi vida...
pero ahora, ¡guíame
Tú!
Me gustaban las luces
deslumbrantes
y, despreciando todo
temor,
el orgullo guiaba mi
voluntad:
Señor, no recuerdes
los años pasados...
Durante mucho tiempo
tu paciencia me ha esperado:
sin duda, Tú me
guiarás por desiertos y pantanos,
por montes y
torrentes
hasta que la noche dé
paso al amanecer
y me sonría al alba
el rostro de Dios:
¡tu Rostro, Señor!
John Henry Newmann
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