MIRAR LA MUERTE CON ESPERANZA


Suena un poco dramático, pero es así. Algún día, todos nos vamos a morir. De hecho, es la única certeza absoluta que tenemos. Sin embargo, a pesar de ser algo tan cierto y que todos los seres vivos compartimos, no nos resulta fácil hablar de la muerte; si hace cincuenta años el tabú era el sexo, a día de hoy es la muerte. Como nos resulta tan complicado hablar de ella, intentamos suavizarlo utilizando palabras como 'fallecer', 'dejar este mundo', 'irse' o 'apagarse', entre otras muchas. Enfrentarse a la muerte no es fácil, pues nos asaltan las dudas sobre el sentido de la vida, qué pasará después, la vida eterna, etc. Como consecuencia de la dificultad de afrontar la muerte, hay gente que la ignora y vive con la sensación, especialmente si se es joven, de que esto va a durar para siempre, de que tendremos tiempo para hacer muchas cosas en el futuro... pero no. Porque la muerte es inevitable y nos suele sorprender. A veces incluso de maneras muy violentas.
Creo, no obstante, que los cristianos somos unos afortunados porque podemos mirar a la muerte de frente. ¿Por qué? Porque podemos mirarla con esperanza, con la certeza de que la muerte no es el final del camino sino la puerta hacia la vida eterna. Jesucristo nos precedió en la muerte, y volvió para decirnos que no tuviéramos miedo. El hecho de asumir con entereza que nos vamos a morir, nos puede ayudar a vivir de una manera más auténtica e incluso más alegre, pues nos conecta con nuestra realidad de seres finitos.
Pedro Rodríguez Ponga
  

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