
Te has preguntado alguna vez ¿a dónde te llevan tus deseos? En pocas ocasiones solemos preguntárnoslo, y deberíamos hacerlo con más asiduidad. Esto nos evitaría encontrarnos ante situaciones de frustración o de rebeldía ante la realidad.
Los deseos son los motores que nos mueven, aunque a veces no nos lleven hacia nuestros objetivos. Cuestionarnos que deseamos y a donde nos llevan, nos permite, como buenos escaladores, ir corrigiendo nuestra ruta de ascenso hacia la cumbre que queremos alcanzar: identificarnos con Cristo.
Por ello, el ir situándonos frente a ellos nos permitirá, por un lado, ir ganando libertad de movimiento, descartando las fantasías que nos lastran, y por otro, ir ordenándolos para hacerlos verdaderos agarres en nuestro día a día.
E Ignaciana
Los deseos son los motores que nos mueven, aunque a veces no nos lleven hacia nuestros objetivos. Cuestionarnos que deseamos y a donde nos llevan, nos permite, como buenos escaladores, ir corrigiendo nuestra ruta de ascenso hacia la cumbre que queremos alcanzar: identificarnos con Cristo.
Por ello, el ir situándonos frente a ellos nos permitirá, por un lado, ir ganando libertad de movimiento, descartando las fantasías que nos lastran, y por otro, ir ordenándolos para hacerlos verdaderos agarres en nuestro día a día.
E Ignaciana
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