Nada es desechable a tus ojos, nada.
ni las mezquindades que
me oscurecen el corazón,
ni las espinas que me crecen
en las manos.
Y a pesar de que no crezcan flores
en los rincones estériles de mi ser,
no descansa tu confianza
en que la brizna de amor depositado
en mi seno, adobe el terreno
y lo fecunde.
Nada es desechable a tus ojos. Nada,
a la espera que tu aliento
transforme la cizaña que me encadena.
Y entonces...,
tu espera se convierte ya en semilla
que dará frutos en el jardín abonado
de mi alma.
Mar Galceran
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