VASO MEDIO VACIO


En la feria de arte contemporáneo ARCO, una obra del cubano Wilfredo Prieto, llamada "vaso medio lleno", se vende por 20.000 euros. Y aunque no es seguro que encuentre comprador, tampoco es imposible, pues ya antes el mismo autor ha vendido otras piezas conceptuales (así las llaman) como un trozo de sandía cuadrado (con el título de “Políticamente incorrecto”) o una serie de vasos de plástico con restos de copas (llamado “Escala de valores”). En alguna entrevista publicada en la prensa nacional, explica uno de los propietarios de la galería donde se exhibe la pieza que lo que da más valor a la pieza es el certificado del artista, el decir que tienes en casa un Wilfredo Prieto. Que si uno mismo se quisiera hacer la pieza, por más que pusiera un vaso igual sobre una peana idéntica, no dejaría de ser tan solo una copia.

 Arte conceptual, lo llaman. La eterna cantinela de que el arte no es objetivo, sino contextual, y que cualquier cosa puede ser arte si así es percibida y contextualizada. Quizás sea verdad. Quizás haya que recordar a la gente que la mirada al vaso medio lleno (o medio vacío) es una forma de vida, una opción radical, una encrucijada entre el optimismo y la desesperanza. Quizás, adquirir por 20.000 euros una pieza así le gritas al mundo que estás por encima de las pequeñas minucias económicas. O te ríes de ti mismo. O es una forma elegante de subvencionar a un artista. Llámalo mecenazgo contemporáneo.
 Pero, ¿qué queréis que os diga? Yo soy de ese otro grupo de personas que, quizás desde una cierta ignorancia, ven en esto un ejercicio de esnobismo, una burla sofisticada del artista hacia los potenciales compradores, una declaración de elitismo o un juego de mal gusto en un mundo de profundos contrastes. Es cierto que lo que está en juego es un concepto. Pero no tanto en cada pieza, sino en el mismo arte así entendido. Un juego de realidades y mentiras, de apariencia y realidad, de subjetivismo estético. De capricho. De novedad imperativa. Y toda una declaración sobre el aburrimiento de un mundo decadente.
 Yo prefiero pensar en la creación a la manera del Creador que ofrece vida, libertad y futuro. Y también pienso que si nosotros podemos crear, en nuestro arte, en nuestro trabajo o en nuestras obras cotidianas, pueda ser algo menos “conceptual”, si lo conceptual se va a quedar en un vaso medio vacío.

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