El salmo 95 exalta tanto al
Creador de los seres como al Salvador de los pueblos: Dios «afianzó
el orbe, y no se moverá; él gobierna a los pueblos
rectamente» (v. 10). El verbo «gobernar» expresa la certeza de
que no nos hallamos abandonados a las oscuras fuerzas del caos o de la
casualidad, sino que desde siempre estamos en las manos de un Soberano justo y
misericordioso.
Juan Pablo II
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