Dicen que vienes,
y siempre es tiempo,
pues te esperamos en la tierra sedienta de milagros,
en la duda que nos muerde,
en el sollozo ajeno que estremece e inquieta.
Te esperamos en el fracaso que nos derriba,
y en el triunfo (que no nos vuelva islas distantes),
en el perdón que se nos escapa,
en la calma que no alcanzamos. Te acercas en el vendaval que a veces nos sacude,
en el arrumaco que nos aquieta.
Te nos llegas, sorprendente.
Desbordas nuestra espera de palabras nuevas con respuesta eterna.
Y estás muy dentro y muy fuera.
Vienes volviéndolo todo del revés,
puerta imprevista a un cielo de pobres y pequeños.
Hombro en que se recuestan los heridos,
los culpables, los enfermos.
Ya, Señor,
Dios-con-nosotros,
Dios nuestro.
Pastoralsj
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