NUESTRA SEÑORA DE LOS ÁNGELES


Virgen de los Ángeles, que desde tantos siglos
has puesto tu trono de misericordia en la Porciúncula,
escucha la plegaria de tus hijos que confiados recurren a ti.

Desde este “lugar verdaderamente santo y habitación de Dios”,
particularmente querido al corazón de San Francisco,
siempre has invitado a todos los hombres al Amor.

Tus ojos, llenos de ternura, nos aseguran una continua y maternal asistencia,
y prometen ayuda divina a cuantos se postran a los pies de tu trono 
o desde lejos se dirigen a ti, invocándote en su auxilio.

Eres de verdad la dulce Reina y esperanza nuestra.
Oh Señora de los Ángeles, alcánzanos, por la
intercesión del Bienaventurado Francisco, el perdón de nuestras culpas. Amen

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