TODO ES SIGNO DE OTRO
«Todo es signo de Otro. Este sentimiento de las cosas creadas como signo, este sentimiento de la Creación, es la cifra de la religiosidad de san Francisco de Asís. Y por favor, tiremos a la basura esa lectura boba que hace del movimiento franciscano una especie de ecologismo ante naturam. Porque para reducir a Francisco a abanderado de un cierto ecologismo sentimental, hay que haber leído sólo la primera parte del Cántico de las criaturas. En cambio, si se lee integralmente, resulta patente en él el dolor infinito que la vida trae consigo a causa del mal, de la maldad, aunque éstos pueden ser vencidos precisamente por lo que la realidad nos dice que es Dios: Bondad, Belleza, Amor; pueden ser vencidos en la participación y el reconocimiento de la presencia buena del Padre: 'Alabado seas mi Señor, por quienes perdonan por tu amor', hasta aquella afirmación humanamente inconcebible que supone decir 'Alabado seas por nuestra hermana muerte'.»
Franco Nembrini (Dante, el poeta del deseo)
#HuelgaMundialPorElClima
Como ocurre con casi todo, el debate se come al diálogo, y el problema se convierte en causa de adhesiones y odios. Porque la verdad es que el cambio climático –y en este momento el calentamiento global– es uno de esos asuntos complejos, donde convergen –de algún modo difícil de precisar– la naturaleza y la acción humana. Hay quien dice que esto no es por nuestra culpa, que los cambios de temperatura son cíclicos y la historia de nuestro planeta ha visto calentamientos y glaciaciones mucho antes de que nosotros estuviéramos por aquí contaminando tierra, mar y aire. Hay quien, en cambio, muestra la incidencia de la actividad y el consumo en el mundo post-industrial como acelerador de un aumento de la temperatura que ya está siendo problemático y, en pocas décadas, amenaza catástrofes varias.
ME DESCALZO ANTE TI, MI SEÑOR
"Al Hijo del hombre lo van a entregar" (Lc 9,44)
Jesús se metió en situaciones que él sabía le iban a abocar a la cruz. Le sostenía la relación con el Padre. De la experiencia de su amor sale la verdadera profecía. Amó la vida y supo para qué vivía. Se metió en los problemas del ser humano y del planeta. Mientras, los discípulos discutían para ver quién era el más importante.
Me descalzo ante ti, mi Señor, porque el terreno que piso es santo.
EL OTOÑO ES DESPOJO
En las horas de Otoño, como que todo recobra la calma, el centro de este cosmos.
La Creación tiene un adentro, un seno en el que se alojan las mil semillas que son promesas de vida.
Todo cae al caer las hojas, mientras regresa el árbol a su seno, a su raíz. Y el hombre a su ser, a su latir secreto. Mientras hay como un derrumbe, como un desmoronamiento fuera, una luz una hoguera se enciende en el adentro.
En esta hora del Otoño, la Creación entra en un sueño y pasa horas y horas en la sombra, en la penumbra, en la oscuridad, acurrucada en el secreto abrazo de la Madre Tierra. La vida queda enterrada, sin mortaja que la disimule, y revivirá al calor de la Primavera.
La palabra es como algo fijo, como un cadáver en el diccionario y revivirá al calor del silencio.
La vida es como un silencio otoñal, todo el árbol se vuelve otoño, se vuelve silencio. Es la Tierra habitada por el silencio que alumbrará una palabra, una Primavera.
El Otoño evidencia de la muerte y evidencia de la vida. El silencio evidencia del corazón, evidencia del amor.
En el Otoño como que se apaga la vida. Pero lo que sucede es que la vida se reúne y se congrega en el seno del silencio para después renacer.
Vive la tierra el retiro de un embarazo, del silencio y de la fecundidad. En este tiempo la tierra se deja arar por la reja y se vuelve receptiva y acogedora. Es el Otoño una estación preñada de energía y de vida.
La vida es presa de su adentro, de su interioridad, de su seno. El Otoño no es preferentemente un asunto de climatología.
El Otoño es sementera, es paciencia con cierta impaciencia. Es despojo, desapego, transparencia, se caen las hojas y el bosque se vuelve transparente. Cuando se caen las palabras, cuando se detienen los deseos, cuando cesan las expectativas, el alma se vuelve transparente de la trascendencia que le habita.
El Otoño todo es adentro. La Primavera todo es afuera. El silencio, una estación recatada, austera. La Primavera es una exhibición espectacular, es un inmenso grito de la Naturaleza. Primero aprende a ser Otoño. Después serás Primavera.
José Fernández MORATIEL
LA LUZ DE LAS NIÑAS
Más de 262 millones de niñas, niños y jóvenes no pueden ir a la escuela en todo el mundo.
De ellos, 64 millones deberían estudiar primaria. Más de la mitad son niñas.
Las niñas sufren una doble discriminación por no tener acceso a las mismas oportunidades, o por vivir en contexto de refugio, violencia, pobreza o exclusión.
LO PROBAMOS Y YA VEMOS

Nos hemos convertido en auténticos expertos en ir encadenando promociones, periodos de prueba, suscripciones gratuitas… En ir probando todo, pero sin comprometernos, sin ni siquiera plantearnos comprar el producto final. Solo por disfrutar de algo gratis.
Y es que lo gratis es el paradigma actual de lo atrayente. Y a la hora de vendernos sus productos las empresas no desaprovechan la oportunidad de hacernos sentir más inteligentes que el resto al descubrir una oferta nueva. O de que nos creamos que podemos engañar a la empresa de turno, a la plataforma que tiene esa serie que nos han recomendado y de la que haremos un maratón antes de que nos caduquen los 30 días gratis. No es algo nuevo, el supuesto anonimato de las redes y la creencia de que en internet todo debe ser gratis nos lo ha acentuado. Probablemente si tuviéramos que ir a una oficina de HBO y darnos de baja ante un empleado nos costaría mucho más que con un par de clics y un formulario online. Ya hasta están desarrollando una app que lo hará por nosotros. Ni siquiera tendremos que esforzarnos en una posterior baja del servicio.
Anhelamos una vida gratis. De recibir sin estar obligados a dar. Aunque, paradójicos como somos, al mismo tiempo que buscamos lo gratuito desconfiamos de la gratuidad. Desconfiamos de quien nos da sin esperar nada a cambio y buscamos la trampa. No vayamos a comprometernos de un modo estable con algo o con alguien. Quizás este sea el auténtico cebo que usan para engancharnos con lo gratis: «no será para siempre».
Asumimos que lo gratuito es lo que no compromete, lo que me pone a mí en el centro, recibiendo, sin exigir. Y por eso lo buscamos y peleamos por conseguir ese chollo. Los compromisos sin compromiso, los «ya iremos viendo, si eso». Aunque en el fondo –a veces muy en el fondo– sabemos que ese concepto de gratis que tenemos no existe.
La gratuidad es exigente. Requiere fortaleza, perseverancia, esfuerzo. No es tan fácil recibir sin dar nada a cambio, incluso cuando lo vivimos plenamente, es más difícil que dar sin esperar nada. Porque la desconfianza nos asalta. Porque seguimos teniendo en el ADN que solo es valioso lo que nos ganamos. Y recibir sin ningún mérito nos pone en alerta. Sin embargo, pocas experiencias vitales serán tan plenas como vivir en gratuidad, dando y recibiendo sin objetivos, agendas, comparaciones. Simplemente agradecidos y comprometidos.
EN PIE DE GUERRA
Entre luchar a tu lado,
u holgar sin ti,
elijo la guerra.
Habrá jornadas ásperas,
nostalgias huecas
y ceños fruncidos,
pero aún así…
…prefiero batallar,
contigo por compañero,
a tu ausencia cómoda.
Pelearemos, amigo,
hasta que tu bandera
sea estandarte de muchos;
hasta que tu palabra
sea credo común,
y tu gesto dibuje
en todo horizonte
el amor posible.
Algunos días
me revolveré contra ti,
contra el mundo,
contra mi temeridad de hoy.
Pero no me creas
si entonces me desdigo
de lo que ahora prometo.
No sé si tu fuego
me vuelve loco
o me hace cuerdo.
Pero sé,
sin lugar a dudas,
que mi guerra es tu evangelio.
(José María R. Olaizola sj)
PRIMEROS Y ÚLTIMOS
Nos descoloca tu lógica
de pequeños y grandes,
de sabios y necios,
de enfermos y sanos.
A los que están al final
los adelantas,
y a quienes se pavonean,
ufanos por su asiento preferente,
los mandas a la última fila.
A quienes lucen los galones
del cumplimiento y la perfección
les ignoras las medallas,
mientras aplaudes la dignidad
de las cicatrices en historias bien vividas.
Siembras la duda
en los soberbios,
al tiempo que asientas
la verdad de los humildes.
Pasas de largo ante las mansiones
bien provistas
y te alojas en hogares
donde abundan las carencias
Nos ilumina tu lógica
de pequeños y grandes,
de sabios y necios,
de enfermos y sanos,
de primeros y últimos.
CREER SI, PERO, ¿PARA QUÉ?
«Todo pasa por algo», «esto que me ha pasado es una señal», «voy a ver el horóscopo» o «es mi amuleto de la suerte». Frases con las que todos bromeamos, pero a las que también recurrimos sin ser muy conscientes. Como letanías que, de algún modo, expresan el deseo de que nuestra vida no pase flotando sobre la superficie en una época en la que, cada vez más, parece que la práctica de las creencias se abandona. Por falta de sentido, de reflexión, de profundidad o de incapacidad para mantenerse en las intuiciones que algún día tuviste.
Para una sociedad tan habituada a los hashtags, las campañas, las indignaciones y las modas frenéticas, este tipo de oraciones encaja como un guante. Llevar al cuello la medalla de la virgen del pueblo no necesariamente te exige ser más amable en la oficina. Leer tu horóscopo para saber qué tal tu semana no suele ser una llamada a mirar al hermano. Y así con un montón de cosas.
Y entonces la pregunta. Una que surge de lo más escondido de tu silencio. Una que nos hacemos muchos y que determina en gran medida el modo en que nos planteamos la cotidianidad del día a día y lo extraordinario de unas vacaciones en el mar: ¿Creo? ¿En qué? Y, sobre todo, ¿para qué? Acostumbrados a vivir de eslóganes o de gestos de poca hondura, el reto es enorme: vivir lo que crees sobre el terreno de lo concreto. El tiempo regalado, la ternura en la tormenta o la paciencia con la fragilidad (la propia y la ajena), con las manos de cristal y los pies desnudos. Porque creer es fácil, lo difícil es hacerlo tierra. Pero cuando se le encuentra el sentido, entonces empieza la aventura de creer.
AL OTRO LADO DEL ESPEJO
Cantantes sin escenario,
bailarines sin alas,
artistas incomprendidos,
sembradores de sueños
sin cosecha,
deportistas de cuarta fila,
actores sin papel,
modelos de belleza distinta,
profetas rechazados
por jueces de vidas y almas;
nómadas de carteras vacías
y manos gastadas,
peregrinos sin dominios,
desterrados de la tierra amada,
aprendices sin título,
enamorados sin respuesta,
creyentes con preguntas,
maestros sin discípulos,
solitarios a la fuerza,
perdedores,
pero no vencidos,
hambrientos sin sitio en la mesa,
luchadores de batallas sin tregua.
No os rindáis,
que los últimos son los primeros
para Quien sabe mirar.
y en el camino,
en sus recovecos y caídas,
en cada punto y aparte,
en cada abrazo inesperado,
en cada sonrisa amanecida
tras una noche de lágrimas,
habéis vencido,
aun sin saberlo.
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