“Llena de amor corazones, en vida, hermano, en vida”. Así termina un célebre poema de la escritora mexicana Ana María Rabatté y Cervi. En esta simple frase resuena con fuerza una invitación dirigida desde siempre a todo cristiano: “Poned en práctica la Palabra y no os contentéis con oírla” (St 1, 22).
El anuncio de la propia experiencia de Dios no se realiza meramente con discursos. La palabra más viva y más poderosa es nuestra vida, esa de todos los días… aparentemente monótona y carente de novedad. El encuentro con Jesús, que se hace próximo y entra en nuestra historia, transforma nuestra existencia y le da una nueva dirección: la del amor. Un amor que se muestra día a día a través de signos fecundos: bondad, fraternidad, hospitalidad, cuidado, compromiso, justicia… en fin, más en las obras que en las palabras.
Hoy es el día para acoger los límites, disolver los miedos, mirar a los ojos, pedir perdón, perdonar, abrazar, dar la palabra… ¡Hoy es el día!
E Ignaciana
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