FIESTA DE SAN JOSÉ OBRERO

1º de mayo fiesta de San José Obrero, patrono de los trabajadores

El 1 de mayo la Iglesia celebra la Fiesta de San José Obrero, patrono de los trabajadores, fecha que coincide con el Día Mundial del Trabajo. Esta celebración litúrgica fue instituida en 1955 por el Siervo de Dios, Papa Pío XII, ante un grupo de obreros reunidos en la Plaza de San Pedro en el Vaticano.
El Santo Padre pidió en esa oportunidad que “el humilde obrero de Nazaret, además de encarnar delante de Dios y de la Iglesia la dignidad del obrero manual, sea también el próvido guardián de vosotros y de vuestras familias”.
Aciprensa

CON MARÍA, DIVINA PASTARA


  • Con María, DIVINA PASTORA, la memoria de la misericordia de Dios nos lleva a la alabanza.
  • Con María,DIVINA PASTORA, la esperanza nos pone en pie para caminar con alegría en medio del pueblo.
  • Con María, DIVINA PASTORA, abrimos el corazón para recibir al Espíritu.
  • Con María, DIVINA PASTORA, cantamos el Magníficat a Dios.

NO PERDAMOS LA TIERRA SAGRADA DE ESTE MOMENTO


Hoy  en cualquier lugar del mundo, en el corazón de cada persona que vive ahora mismo la incertidumbre y el miedo, ese lugar que es el mismo corazón de Dios hecho debilidad y vulnerabilidad en cada criatura, que ahora nos concentra a todos como una sola familia, sin fronteras, sin limitación de lenguas, de razas o de ideas, en ese lugar, único en el que podemos sentirnos a salvo y con paz en la tormenta que arrecia.
Desde ahí, hago silencio contigo, con vosotros, silencio que ausculta este corazón de Dios, dejándome sondear por Él, por Su Mirada… frente a toda piedra que silba amenazante en el aire, frente a toda peste que se desliza en las tinieblas, frente a todo miedo que paraliza el ritmo tranquilo del corazón, esa Mirada se hace para mí oración que espera contra toda esperanza, contra toda adversidad, contra cualquier enemigo desconocido, esa confianza que desafía lo imposible…
Ahí, precisamente ahí, donde siempre he encontrado refugio y salud del alma en todos los momentos de mi vida… Desde esa tienda del encuentro, estoy presente a cada uno que esto leéis…  para enviar un abrazo de consuelo y de fortaleza, sin muchas palabras, sin mucha filosofía, para regalar y también recibir un mensaje de fe y confianza en Dios, besando la tierra que pisáis, a vosotros mis hermanos y hermanas, con los que me siento pequeño para afrontar lo que nos supera y desborda, pequeño para tratar de hacer algo solo, pequeño para saber interpretar y descifrar las claves de lo que pasa y nos pasa, y, sin embargo, secreta y poderosamente confiado de que nada me pasa y nada nos pasa fuera de la palma de su Mano, la mano de Dios.
Confiado en la fuerza que nace cuando somos humildes y nos sostenemos unos a otros, confiado y valiente con la valentía de los que están desarmados de autosuficiencia y seguridad, y como María y como José, pobres de Yahvé, fiados de que la vida renace siempre siempre siempre, tarde o temprano. En los límites del cansancio y de la debilidad se abren gestos, palabras, oraciones, heroísmos cotidianos, acciones invisibles y sin aplauso, portadoras del milagro, que resucitan la maravilla de un camino por estrenar, de un comienzo mejor.
No perdamos la tierra sagrada de este momento único e irrepetible. Más adelante lo recordaremos como tierra seca y árida, tierra hostil y amenazante, tierra de las devastaciones y los miedos, de soledades angustiadas, pero que encerraba un tesoro y un secreto: la posibilidad de reencontrar lo mejor de nosotros, la verdad escondida, la simplicidad perdida, la belleza de cada uno y una, mirada de nuevo con ojos de niño, con alma desnuda, con pies cubiertos de polvo… Un duro camino en el que nos creímos perdidos, y nos devolvió al encuentro, y que, ojala, a todos, sin descartar a nadie, nos devuelva a casa, más prudentes, más sanos, más humanos, más fraternos, más verdaderos, al corazón de Dios en el corazón de cada ser humano, nuestra casa.
Simplemente un abrazo en silencio, una oración sin prisa, sin reloj, en la presencia de Dios, bendición que rompe el miedo y sosiega dentro, en la raíz de alma y cuerpo. Ahora que esto lees, cierra los ojos y reúne tu corazón en una oración sin palabras… Ahí nos encontramos, ahí me encuentras, y a quien ahora más nos necesita. Deja que Él pronuncie el silencio:

No temas…
YO ESTARÉ CON VOSOTROS TODOS LOS DÍAS, HASTA EL FIN…

Miguel Márquez, ocd.

QUÉDATE

Lago, Israel, Vacaciones, Abendstimmung

A veces iré distraído,
y a mi vera serás
peregrino ignorado.
Tú hazte notar.
Puede que vaya
sumido en fracasos,
rumiando derrotas,
lamentando golpes,
arrastrando penas,
sin ver el sol radiante,
la vida que bulle,
tu mano tendida.
Tú toca mi hombro,
e importúname.
Acaso, perdido en palabras,
no escuche tu voz
desvelando lo escrito
en el cielo, en la historia,
en el acontecer de cada día.
Tú grita.
Quizás no te lo pida,
no te abra la puerta,
ni me dé cuenta
del hambre
que nos atenaza.
Pero tú quédate.
Tal vez, al conocerte,
te quiera retener
en mi casa, a mi mesa,
apresando el instante.
Tú te irás, de nuevo,
dejando en mi pecho
el fuego de mil hogueras,
y la alegría de un reencuentro.
José María R. Olaizola, sj

COMO TÚ QUIERO SER

TE DOY GRACIAS, SEÑOR


Yo oraba con una enferma de coronavirus, hospitalizada desde hace varias semanas, y le decía al Señor en voz alta: “Señor, Dios de la vida y de la enfermedad, cuida a Delia, dale tu paz y tu gracia, para vivir este momento como una oportunidad de descanso y de agradecimiento por tanto como le has regalado en la vida…” y ella también participó orando: “Te doy gracias, Señor, por esta enfermedad”…

Me estremeció su oración como un disparo inesperado. En aquella habitación ella solita, con paz, con el dolor profundo del peso de la vida, más que de la enfermedad, la lucha y el trabajo, vuelve la mirada a Dios y le da gracias, vive estos días como una oportunidad y pide para su familia un despertar al regalo de la vida.

Miguel Márquez, carmelita.

MAÑANA TE SERVIREMOS


MARTES, Día 28 de abril de 2020 "SEÑOR JESÚS, RECIBE MI ESPÍRITU"


LA ARAÑA DEL PENSAMIENTO



Respecto a las disquisiciones sobre inmanencia y trascendencia, el Uno y el múltiple, encuentro este poema de Rumi.
Genial la imagen de la araña que teje con la saliva de los pensamientos. En cuanto se habla de Dios, lo estropeamos. Es como querer explicar un poema o diseccionar una flor:

¡Oh, el que se compromete
con esto y aquello sin trascender el Ser!
¿Sin ponerte fuera del camino,
qué esperas hacer?
Deja de hacer una red, como una araña
con la saliva de tus pensamientos.
Es tan endeble, tan frágil.
Devuelve cualquier cosa que te haya dado el pensamiento.
Observa al Rey.
Busca Su favor, que se te ha dado
sin pensamiento.
Si no hablas, tu palabra será la de Él.
Si no tejes, Él te tejerá.
Ver menos

ERES TU, JESÚS

CON UTOPIA


ESTOY HECHA DE RETAZOS..

.

Estoy hecha de retazos.
Pedacitos coloridos de cada vida que pasa por la mía
y que voy cosiendo en el alma.
No siempre son bonitos,
ni siempre felices,
pero me agregan y me hacen ser quien soy.
En cada encuentro, en cada contacto,
voy quedando mayor...
En cada retazo una vida,
una lección, un cariño, una nostalgia...
Que me hacen más persona,
más humana, más completa.
Y pienso que es así como la vida se hace:
de pedazos de otras gentes que se van convirtiendo en parte de la gente también.
Y la mejor parte es que nunca estaremos listos ni finalizados...
Siempre habrá un retazo para añadir al alma.
Por lo tanto, gracias a cada uno de ustedes,
que forman parte de mi vida y que me permiten engrandecer mi historia con los retazos dejados en mí.
Que yo también pueda dejar pedacitos de mí por los caminos y que puedan ser parte de sus historias.
Y que así, de retazo en retazo podamos convertirnos, un día,
en un inmenso bordado de "nosotros".
Cora Coralina. Poetisa carioca.

ABRE EL CORAZÓN A MI AMOR


QUÉDATE, SEÑOR, NO PASES DE LARGO

Chica, Hermosa, Agraciado, Falda

Que, si ahora todo es luz, 
sin ti y cuando te vayas, volverá a ser oscuridad
Que, si ahora veo tu grandeza,
sin Ti y cuando te vayas, sólo tocaré mi pobreza
QUÉDATE, SEÑOR, NO PASES DE LARGO
Porque, mis dudas con tu Palabra,
se convierten en seguras respuestas
Porque, mi camino huidizo y pesaroso
se transforma en un sendero de esperanza
en un grito a tu presencia real y resucitada
QUÉDATE, SEÑOR, NO PASES DE LARGO
Que, contigo y por Ti,
merece la pena aguardar y esperar
Que, contigo y por Ti,
no hay gran cruz sino fuerza para hacerle frente
Que, contigo y por Ti,
la sonrisa vuelve a mi rostro
y el corazón recuperar su vivo palpitar
QUÉDATE, SEÑOR, NO PASES DE LARGO
Porque, contigo, mi camino es esperanza
Porque, contigo, amanece la ilusión
Porque, contigo, siento al cielo más cerca
Porque, contigo, veo a más hermanos
y siento que tengo menos enemigos

CÁRITAS PARROQUIALES:«LA SOLIDARIDAD ESTÁ SIENDO BRUTAL»


Unos voluntarios en el reparto de alimentos en Cáritas El Algar (Murcia). Foto: Diócesis de Cartagena
Como si fueran fichas de dominó que caen una después de otra, la crisis económica se ha ido extendiendo por toda España en la medida en la que la pandemia por el coronavirus ha ido haciendo estragos por toda nuestra geografía. Según Cáritas Española, de entre los 8,5 millones de personas que se encuentran actualmente en situación de exclusión social, hay un grupo extremadamente delicado de 1,8 millones de personas que son ya las primeras en notar el parón de nuestra economía.
María Hernández, responsable de Comunicación de Cáritas Diocesana de Cartagena-Murcia, explica así la situación en su diócesis: «El número de personas que estamos atendiendo estos días ha aumentado de una manera exponencial, y eso que aún es pronto para hacer una valoración definitiva». Hasta el momento, estima en un 30 % este incremento de personas atendidas: «Si el año pasado atendíamos a 25.700 familias –unos 72.000 beneficiarios–, ahora rondamos las 37.000 familias y cerca de 95.000 beneficiarios. Es un aumento muy considerable en tan poco tiempo».
Desde el principio de la emergencia, en Cáritas de su diócesis se pusieron a colaborar con la Delegación del Gobierno y con las autoridades autonómicas para ofrecer el mejor servicio. Además, «ninguno de nuestros 170 centros ha cerrado las puertas en ningún momento», explica María Hernández. Para una mejor actuación, pidieron a los voluntarios mayores que permanecieran en sus casas, y reforzaron sus centros con jóvenes voluntarios y contratados. Además, «hay una corriente solidaria muy fuerte que tiene como centro las parroquias, porque mucha gente se está ofreciendo para echar una mano».
En las parroquias «tenemos a nuestros párrocos arremangados, con sus mascarillas y sus guantes, codo a codo con los voluntarios y entregándose desde el principio. Y no uno ni dos, sino todos. Eso hay que destacarlo», asegura Hernández, porque «las parroquias han aumentado su distribución de alimentos y productos de primera necesidad, y son las que están dando la primera respuesta de urgencia».
Alfa y Omega
La responsable de Comunicación de Cáritas Diocesana de Cartagena-Murcia explica asimismo que «nuestros economatos ya no abren dos días a la semana, sino de lunes a viernes, por la mañana y por la tarde», para cubrir el aluvión de personas que solicitan productos básicos.
Además, han habilitado en coordinación con las autoridades autonómicas tres viviendas extra para personas sin hogar, doblando así su capacidad de acogida, y el equipo de educadores está dando soporte a niños y familias para ofrecer refuerzo escolar por teléfono, «porque no queremos dejar solos a los más de 2.000 niños que habitualmente participan en nuestros programas de Infancia».
A la hora de cubrir todas estas necesidades, María Hernández atestigua que «la solidaridad está siendo brutal desde el principio. Están llegando donaciones en especie y donativos económicos de todo el mundo. Gracias a eso, las familias tienen cubiertas a día de hoy sus necesidades más básicas».
Alfa y Omega

DAME UN CORAZÓN

TÓMESE TIEMPO

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Tómese tiempo para reír...
Es la música del alma.
Es la fuente de la sabiduría.
Tómese tiempo para leer..
Es el camino hacia los demás.
Tómese el tiempo para ser bueno..
Tómese el tiempo para amar..
Tómese tiempo para pensar... 
Es la fuente de la felicidad.
Esa es la razón de vivir

José A Echevarria

RUEGA AL SEÑOR POR NOSOTROS

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"Gózate y alégrate Virgen María, aleluya"

Jcatólicos

NADIE NO SEPARARÁ


REZANDO VOY, SJ. Día 24 de abril 2020

TIEMPO DE CORONAVIRUS

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En estos días de incertidumbre, donde lo excepcional se ha convertido en lo cotidiano, se nos hace más patente que nunca que no somos dioses inmortales. El confinamiento nos obliga a vivir las cosas de otro modo, con otro ritmo más lento, donde podemos reflexionar sobre las cosas importantes de nuestra vida. Es un tiempo donde podemos tocar mucho más de cerca nuestra vulnerabilidad, finitud, heridas y sufrimientos, pero también, las bendiciones que el Señor ha puesto en nuestras vidas.
Se nos hace patente, de manera especial, que somos seres sociales. No somos capaces de vivir sin relacionarnos con otros. Sentirnos unidos en medio de la tempestad, haciendo nuestro el sufrimiento y acogiendo la esperanza del Cristo resucitado que nos configura como Iglesia, como comunidad y como criaturas amadas. Una experiencia de comunión espiritual con un Dios que nos ama y sale al encuentro de la forma más sencillas y humildes en el día al día. Señor, haznos sensibles a tu mirada y a tu voz para reconocerte, como los discípulos de Emaús, Que sepamos percibirte al partir del pan. Ayúdanos a vivir la esperanza de gastar nuestras vidas sintiéndonos amados y amando contigo!

E Ignaciana

EVANGELIO DE SAN JUAN 6,1-15

LA FUERZA DE DIOS NOS CUSTODIA

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"La fuerza de Dios os custodia en la fe para la salvación que aguarda a manifestarse en el momento final"

RESUCITEMOS CON EL

Diente De León, Rocío, Naturaleza, Flor

"Si habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios".

EL RESUCITADO ESTÁ CON NOSOTROS


REZANDO VOY, SJ. Día 23 de abril 2020


UN SUELO FÉRTIL


«Un árbol funciona como una bomba –nos decía el profesor de Fisiología Vegetal proyectando una diapositiva–, una bomba capaz de extraer los minerales y la humedad desde las capas más profundas del suelo hasta la superficie». «Por medio de la fotosíntesis –continuaba–, las plantas fijan el carbono atmosférico que, junto al agua y los nutrientes aportados por el suelo, posibilitan el crecimiento del árbol. Más tarde, las hojas, las ramas y los frutos, al caer y descomponerse, forman esa capa fértil del suelo llamada humus».
«Pero, para poder hacerlo –matizaba señalando la parte subterránea del árbol–, las raíces primero tienen que realizar una penosa y dura tarea: penetrar la tierra, fracturar la roca y anclar el peso del árbol». «Solo después de ese arduo y lento proceso, que puede tardar muchos años, puede el árbol empezar a dar fruto y formar el humus» –concluyó–.

En la Biblia, el ser humano (adam) y la tierra (adama) no están lejos de los animales, de las plantas y del humus, ya que comparten el mismo sustrato, del que se nutren y del que provienen. En el Génesis, la humanidad, como el humus, sale del suelo. Es moldeada con suelo y al suelo regresa. Nos lo recuerda la liturgia cada Miércoles de Ceniza: «Polvo eres y en polvo te convertirás».

Ahora bien, si todas las criaturas provenimos de la tierra y a ella volvemos es porque Dios, con su palabra, siembra, labra, riega y cuida. Durante nuestra vida estamos invitados, por tanto, a dejarnos cultivar, a ser arados y regados por la palabra de Dios que es capaz de transformar y extraer el mejor fruto de cada uno de nosotros. Por eso la vocación cristiana es tan sencilla; consiste en meditar la palabra de Dios, dejarse hacer por ella y permitir que fructique. Consiste en transformarse en suelo fértil.

Sin embargo, como expresa la parábola del sembrador, a menudo nos negamos a acogerla, impedimos que nos trabaje por dentro. Nos resistimos porque la palabra –como las raíces– remueve, descolca y trastoca el orden establecido. Y eso resulta incómodo. Nos resistimos también porque no respetamos el ritmo de Dios, el lento proceso de formación del humus y de maduración del fruto. Queremos que todo sea fácil y rápido.

Jesús observó con paciencia durante su vida el funcionamiento de la naturaleza y comparó a menudo el Reino de Dios con las semillas. De hecho, la metáfora de la semilla fue una de sus favoritas. El sorprendente potencial del pequeño grano de mostaza; la paradójica convivencia de la cizaña y el trigo; o la desproporcionada fecundidad del grano de trigo señalan en la misma dirección: al origen humilde y oculto del Reino, a su asomobrosa capacidad para crecer, multiplicar y dar fruto. La semilla, por último, adquiere un significado redentor que explica el sentido de la Pascua: «En verdad os digo que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, produce mucho fruto» (Jn 12, 24).
Humildad y humus comparten la raíz, al igual que el ser humano y la tierra. Humilde es quien proviene del humus, del suelo. Humilde es quien encuentra sustento en lo pequeño, en lo oculto, en lo terreno. Humilde es, en definitiva, quien germina y crece en el humus, en esa capa fértil del suelo donde nace la vida.

EVANGELIO DE SAN JUAN 3,31-36

¡QUÉ NO NOS FALTA LA CERCANÍA Y EL AFECTO!

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Pues sí, seguirán los abrazos, más llenos de sentido y de valor porque hemos sabido lo que es no darlos... Pero mientras llegan, que no falte aún así, un fuerte, fuerte abrazo.

Olaizala

COMPARTIR LA ILUSIÓN Y LA TERNURA


Sonreír en y con este mundo, sabiendo a veces reírse de lo que uno ama. De sí mismo, de los otros, de nuestras tonterías... reírse contento y agradecido por lo que Dios da. Reírse, sin cegueras, con paciencia, ante lo que está por hacer. Compartir la ilusión, la ternura, un poco de locura en medio de tanta racionalidad. Con un Dios que, seguro, sonríe también...

Pastoralsj

JERUSALEN


MARTES, Día 21 de abril de 2020 LOS APÓSTOLES DABAN TESTIMONIO DE LA RESURRECCIÓN DE JESÚS


EVANGELIO DE SAN JUAN 3,7b -15

NO QUIERO VOLVER A LA NORMALIDAD


Siento que no se habla de lo importante. No se trata de vencer al coronavirus, ni siquiera de cómo voy a sobrevivir este mes. Se trata de cuestionar nuestro modo de vida para poder seguir viviendo más allá de un mes, de un año o una década 

Pues yo, lo siento, pero no quiero volver a la "normalidad". No anhelo volver a las caravanas diarias para ir al trabajo, a pasar menos tiempo con mi familia, ni a ver la "boina" negra amenazando el cielo de Madrid, a una educación segregadora y con ratios insostenibles, a la precariedad de la Sanidad, al elitismo de que gane más el que más dinero sea capaz de producir menospreciando labores tan fundamentales en esta crisis como las de limpiar, reponer o entregar productos, cuidar a los mayores... Detestaría regresar a la orgía de consumismo compulsivo y sin sentido que nos hacía comprar productos innecesarios y de mala calidad, fabricados en países pobres por personas pobres en condiciones de semi-esclavitud, para que otros puedan seguir acumulando sus riquezas, sólo por el hecho de que esas prendas son baratas y de temporada. 

Tampoco quiero recuperar esa proximidad ficticia que nos hacía llamar de vez en cuando y casi rutinariamente a nuestros familiares más cercanos, sin importarnos realmente por sus vidas; ni a cruzarme de nuevo con los vecinos en el ascensor sin mirarnos a los ojos y sonreírnos, conscientes de que la vida nos pasa a todos. Ni a seguir viviendo ajeno al resto del mundo, encapsulado en mi "privilegiado" modo de vida. Ni a continuar viendo a los inmigrantes con miedo, como enemigos a los que hay que cerrar el paso con concertinas o muros. No, no quiero volver a la normalidad de la que todo el mundo habla. 

No deseo seguir mirando para otro lado y fingir que no pasa nada, que estamos bien, que todo va a salir bien. No quiero resignarme a aceptar que todo se arregla con una vacuna o con una aplicación de geolocalización en el móvil que controle todos nuestros pasos. No quiero seguir escuchando excusas para no hablar de lo importante. No puedo tolerar que haya quienes, por sus propios intereses, mantengan el discurso del negacionismo, pero pretendan mantener las políticas del darwinismo social que están provocando más pérdidas humanas. Volver a esa normalidad en la que se siguen talando árboles y seguimos destruyendo la biodiversidad, en la que seguimos destruyendo el planeta y a gran parte de la humanidad con guerras y explotación por fines económicos. No quiero seguir promoviendo la desigualdad y la injusticia, el abuso al que estamos sometiendo a otras especies animales. Ni pensar que el cambio climático nos queda muy lejos. 
Estos días vemos en los medios de comunicación algunas noticias sobre la recuperación de los peces en los canales de Venecia, los delfines en los puertos de Cagliari, o el regreso de especies en vías de extinción a algunas costas. Y parece que todo esto fuera una consecuencia anecdótica de lo que nos sucede. Como un "anda, mira, qué bonito" que nada tiene que ver con nuestra forma de vida, con nuestra propia supervivencia. No quiero volver a la normalidad de playas colonizadas por sombrillas, canales turbios y puertos contaminados. Esto no es una anécdota, es sólo un reflejo de lo que nos pasa. Y lo que nos sucede es que no sólo podemos perder nuestra forma de vivir, sino que está en riesgo la vida de muchas personas, tal y como han estado alertando muchos científicos durante estos últimos años. 

Siento que no se habla de lo importante. No se trata de vencer al coronavirus, ni siquiera de cómo voy a sobrevivir este mes. Se trata de cuestionar nuestro modo de vida para poder seguir viviendo más allá de un mes, de un año o una década, y de que nuestros hijos, hijas y aquellos que están por venir también puedan hacerlo. Y, para ello, lo que debería de estar encima de la mesa es que no podemos seguir consumiendo de esta forma. 

No podemos seguir devastando los bosques para plantar cereales que dan de comer a los animales de los que nos alimentamos; ni explotándolos en granjas en condiciones de extrema insalubridad que aumentan los riesgos de causar enfermedades; ni sacrificarlos en espacios de tiempo cada vez más cortos que provocan que los virus necesiten aumentar su agresividad y la velocidad de transmisión para continuar con sus ciclos vitales; ni contribuyendo a mercados negros de especies exóticas sólo por el capricho de tener en casa un raro animalito que decora muy bien mi habitación, y cuya presencia no hace más que acercarnos (a nosotros y a nuestros animales) a enfermedades de las que ni habíamos oído hablar y que ahora amenazan con romper de un plumazo todo lo construido; ni utilizando cada día transportes que, a causa de quemar combustibles fósiles, lanzan al aire agentes contaminantes que son los perfectos vehículos de propagación de agentes patógenos por todo el mundo; a seguir plastificando el mar y nuestros acuíferos, plásticos que terminan degradándose y formando parte de la sal que condimenta nuestras comidas o del agua mineral embotellada que bebemos porque la del grifo no nos parece suficientemente fiable... 

Porque el coronavirus pasará, más tarde o más temprano. Y no se trata de ser catastrofista, los hechos acontecidos no nos permiten seguir negando las evidencias, que a estas alturas ya parece que se quedaron cortas. Todo apunta a que vendrán nuevas pandemias, a que el calentamiento global ya está aquí y no estamos haciendo nada para amortiguar su efecto imparable. Y seguimos sin hablar de lo importante: ¿qué vamos a hacer para NO volver a la normalidad? ¿Qué vamos a cambiar para garantizar nuestra supervivencia y evitar el sufrimiento de tantas personas? 

Sé que esta crisis va a traer unas consecuencias nefastas, sobre todo para los más vulnerables. Y sé que es difícil pensar en todo esto cuando estás afectado por un ERTE o corres el riesgo de tener que cerrar tu empresa familiar. Y mucho más aún si has perdido a alguien y no has podido despedirte, o tienes a alguien a quien quieres enfermo y completamente aislado en el hospital o en un pabellón de un recinto ferial. Sé que es difícil imaginar una normalidad que no sea de la que venimos. Pero habrá que ser creativos. Porque lo que no hemos entendido es que no vamos a volver a "lo de antes", porque cuando podamos salir, tendremos heridas. Algunos habrán perdido a sus seres queridos, otros sus empleos y otros sufrirán aún más precariedad y recortes en sus libertades con la promesa de mantener nuestro "ideal" estilo de vida. Un estilo de vida que, por supuesto, es mejor que en otros lugares del planeta. 



Desde luego, y lo es no porque aquí seamos mejores o tengamos más suerte, sino porque nuestro estilo de vida depende en gran medida de su precariedad y de su pobreza. ¿O pensamos que nuestros móviles, nuestra ropa, nuestros coches, nuestras verdura. costarían lo mismo si quienes las producen vivieran en las mismas condiciones que nosotros? Podemos seguir mirando para otro lado, como lo hemos hecho hasta ahora, podemos seguir queriendo "volver a la normalidad", pensar que la Covid-19 es una pequeña anomalía en nuestro camino. Lo que no hemos comprendido es que eso ya no es posible. De esta forma, lo único que conseguiremos es alargar el desastre, posponiendo un sufrimiento que nos va a ir llegando a cuenta gotas y que, al igual que en el experimento de la rana escaldada, cuando nos queramos dar cuenta, ya no habrá marcha atrás. 

Por eso, me gustaría que no volviéramos a la normalidad, que no cayéramos en el fatalismo de que no se puede hacer nada, de que ya está todo decidido. Puede que así sea, pero me resisto a ello. Y una vida distinta, una vida que garantice nuestra supervivencia de verdad, que ponga por delante el bienestar de las personas y el cuidado mutuo a la acumulación de capital, que apueste por la Naturaleza y no la destrucción de ésta, no tiene por qué ser peor que la normalidad que vivíamos antes del confinamiento. Quiero salir de casa, no voy a negarlo, como todo el mundo, y ver al resto de mi familia y a mis amigos, pero no quiero que el coste de mi libertad, de todas nuestras libertades, se salden con una condena mucho mayor a corto o medio plazo. Tendrán que cambiar muchas cosas, eso sí: nuestra relación con el medio ambiente, con el consumo, con las comunicaciones... Y quizás tengamos miedo, pero espero y deseo no volver a la normalidad.
Carlos Candel 11/04/2020 

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